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Brasileño, pernambucano de Afogados de la Ingazeira, 56 años (viudo hay 11), 3 hijas, 4 nietas y un nieto, solitario, espiritualista

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terça-feira, 27 de outubro de 2009

UNA DULCE ILUSIÓN

UNA DULCE ILUSIÓN



¿Dorinha?
¡Dorinha se fue ya hace es bien tiempo! Cargó todo lo que tenía. Sólo dejó recuerdos distribuidos a los montones y lágrimas apenas disfrazadas en la pequeña silueta da visión de los ojos de aquellos que la vieron partir. Y a juzgar por la hija que dormía serenamente en sus brazos y una maleta poco pesada, pues hasta balanceaba en su mano izquierda, muy no parecía llevar. Y si alguna cosa de valía estaba dejando para tras parecía no hacer diferencia, ni causarle preocupación o disgusto. Hube restablecido los planes, hube destacado otros objetivos. Es asimismo. La criatura humana búsqueda siempre caminos más deleitables, sin embargo, sólo Dios tiene el poder de fijar realidades. No estamos prójimos de la felicidad sólo porque ya caminamos bastante. Por más dificultoso que nos parezca es necesario edificarla al largo de la jornada. Tarea obligatoria de cada viajero que tomó por objetivo la senda del progreso evolutivo, aspirando alcanzar planicies espirituales más elevadas. Tenemos en el paisaje de los sentimientos una brújula que siempre apunta la dirección. Es sólo seguir la brújula. La vida, esa desenrolla en un derretimiento intranquilo, prensadas inquietudes, insidias palpabais ora a disgusto, a veces en la mazmorra del dice-que-dice amargado. Dorinha llevó toda su riqueza: parte aconchabada en los brazos, envuelta en una cubierta color de rosa, regalada por su madrina aún con aroma suave de tienda; la otra parte guardaba dentro de sí, suavemente acomodada en el corazón, que es, a la vez, motor del cuerpo, centro emocional; y sede del alma humana, tan intraducible cuánto indefinible; y fugitiva de todas a cualesquier tentativas de abstracción de sus diáfanos elementos; buceada siempre en niveles tan profundos del Ser, donde no alcanza la sapiencia ni del más ilustrado ignorante, que sólo conseguiría insultarla con sus extravagantes y depauperados conceptos. Deja como está...

Ella ostentaba en el rostro sus aspectos delicadamente esculpidos y un mirar límpido y penetrante que revelaba su firme esperanza de avistar inmediatamente un mañana no prometido sólo soñado y que, de tanto pelear a la busca, sentía como se estuviera siendo siempre aplazado cada pasada por estos caminos llenos de íngrimos socavones y inmoderadas trampas. No por falta de bueno comprensión o de méritos, pues estas calidades ella siempre disfrutó en abundancia; tal vez por deshecha del destino. ES así, como se puede observar... Tiene gente que al apear en este orbe ya trae un destino antojado escanciado en el lomo del caballo. Dato a la luz es lo que dicen cuando usted firma compromiso de locación en el grande y espacioso mundo de Dios, teniendo él allí del lado, como testigo vitalicio, cogiendo en la mano un rosario de 108 lágrimas que va a dejarle estampado en el espinazo como se grabado a hierro en brasa fuera. Hablé 108 lágrimas porque acordé que el collar de Buda tiene 108 cuentas; el hindú devoto da, diariamente, 108 vueltas en torno a la vaca sagrada, mientras hace sus oraciones; los simpatizantes de las prácticas espirituales hablan en 108 himnos sagrados; y los gnósticos afirman sean 108 las reencarnaciones en cada ciclo evolutivo. Fue sólo por eso.

Dorinha no dejó tristeza; dejó, sí, un tierno recuerdo, tan tierna y suave que reconforta, haciéndonos desear para ella las tan anheladas alegrías paradisíacas en cuya busca partí.

Me acuerdo de las veces que pasaba por el camino a la noche, viniendo del poblado de las Antas, y oía su bella voz entonando una embebecida canción de niña para la hija adormecer:


“Abro la ventana, dejo la noche entrar

para que la Luna y las estrellas puedan adorarte;

un sueño lindo te hará dormir

y un nuevo día viene para despertarte...

Se percibía en la dulzura de aquel cantar una oración de gracias que de su fervoroso corazón subía a las alturas celestiais. Hube transformado su cuerpo en un templo de adoración al Cósmico y su corazón en el altar donde depositaba sus legítimas ofrendas. La música y las palabras tuteaban sólo como tenue hilo conductor, que su noble sentimiento recorría en etérea viaje. Aquel cante sublime revelaba que ella estaba realizada como madre.

Sólo comprendemos lo que se la hacía falta el día en que a venimos a partir. Tenía en los brazos una certeza; en el cantar un sueño discretamente ninado por una dulce ilusión...

FLOR TAMBIÉN TIENE CORAZÓN

Mío piense es un pájaro que vuela, vuela

buscando aquel que estoy llamando

en mi pecho, bien en voz baja.

Soy igual la flor desplome,

abatida, mirando el suelo,

pues su dulce recuerdo

es la llama de esperanza que mantiene mi ilusión.

ES añoranza de usted, amor -

flor también tiene corazón.

Viene la noche llamarme

para cantar al luar,

pero la tristeza no deja;

mi canto es triste y sencillo,

habla del amor dulce y bello

que se fue para no volver.

ES añoranza de usted, amor -

flor también tiene corazón.



João Cândido da Silva Neto

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