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Brasileño, pernambucano de Afogados de la Ingazeira, 56 años (viudo hay 11), 3 hijas, 4 nietas y un nieto, solitario, espiritualista

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domingo, 27 de dezembro de 2009

UN CALLEJERO EN LA CIUDAD DE JOÃO PESSOA

No es necesario un gran esfuerzo mental para intentarse entender la dura realidad de los habitantes callejeros de nuestro país. Y ahora que conozco ese aspecto de la sociedad por vivirlo en profundidad y en toda su crudeza no necesito invocar teorías para explicarla o justificar sus caracteres macabros.
Fui asaltado en la Avenida Epitácio Pessoa - capital de la provincia de la Paraíba, aquí en Brasil - en la noche de 13 para 14 de noviembre de 2008. Llevaron mi bolsa conteniendo todos mis documentos, tarjetas, agenda, dinero, 100 piezas artesanales para vender, herramientas y materiales para confección de otras 300 piezas, objetos y productos de higiene personal, reloj, óculos, un libro de Filosofía y dos cuadernos con anotaciones de viaje.
Registré el ocurrido en la 1ª Comisaría Distrital y los agentes me dijeron que era todo que podían hacer, pero me arreglaron un lugar para dormir y, por la mañana, tomé un baño (sólo con agua) antes de dejar el local.
Comenzaba en aquel momento una fase de peregrinación con experiencias inusitadas. Pedir ayuda a mi familia sería prácticamente imposible, pues mi madre moriría en el momento en que supiera y yo hube propuesto que pasaríamos juntos la fiesta de final de año.
Así, conecté para ella y, con el entusiasmo de siempre, le conté sobre la ciudad de João Pessoa, sobre el plan de ir para Recife y Maceió y de llegar a São Paulo en aquel plazo. Pedí y ella colocó la bendición con que, religiosamente, ha me bendecido al largo de mi vida: “Dios te haga feliz”. (No soy mentiroso, sólo omití una revelación dejándola para un momento más oportuno, cuando anduviera con la cabeza en el pego de ella).
Mis propósitos comenzaron a dar errados cuando dejé la playa de Majorlândia en Aracati, Ceará y seguí para Natal, la capital de la provincia del Río Grande del Norte. De allá embarqué para Tibau del Sur, con su decantada Playa de la Pipa, donde quedé por seis días. Comercio débil, sólo se oían reclamaciones; los compañeros se referían a los turistas como “duritas” (por estaré sin dinero). Nadie vende nada, pero los costos para mantenerse vivo son elevados – embarco para João Pesssoa y, en aquella noche, al volver de la Playa de Tambaú, fui asaltado.
El día 14, luego pronto, y los días posteriores, yo recorrí varios Órganos del Poder Público en búsqueda de ayuda. Fui a la Municipalidad, a la Cámara, Casa Civil del Gobernador y OAB (Orden de los Abogados de Brasil). Busqué el Ministerio Público, pero allá me fue dicho que en el MP sólo se cuida de casos de violación de los derechos humanos. Alegué que mis derechos estaban siendo violados y que, como persona, estaba siendo violentado, pues el Estado que debía cuidar de mi seguridad tenía desconocido su función y aún me hube abandonado durmiendo en plaza pública y pidiendo alimento de casa en casa para sobrevivir.
Durante 18 días me expuse involuntariamente al modo de vida que desconocía en la práctica y en la teoría repudiaba. Un modo de vida que siempre critiqué en defensa de mis semejantes, pues, si el Amor predominase y fuera evidenciado en plenitud tendríamos gobernantes efectivamente comprometidos con el progreso del Ser Humano y, por lo tanto, tales cuestiones no se desarrollarían alastrando por toda la sociedad. Pero, a consecuencia del nivel aún poco adelantado en que nos encontramos en la escala evolucionaria y en razón de vivir la fase conclusiva de el actual ciclo evolutivo asistimos al descalabro de toda la frágil estructura organizacional de la pobre civilización que creamos. Si tenemos violencia y corrupción de costumbres y valores debemos, obligatoriamente, reconocer que somos los únicos responsables, pues el mal es producido en medio del bien y va se diseminando lentamente hasta enraizar profundamente en la misma proporción en que es ignorado por las personas que debían y podían combatirlo desde sus manifestaciones iniciales.
Durante mi corta permanencia en João Pessoa dormí muchas noches en las inmediaciones del Mercado Céntrico, siempre junto los compañeros de desdicha. Las historias narradas por ellos son variadas y algunos son forajidos de la Justicia; soy el más viejo del y el más nuevo miembro a adherir a aquel tipo de vida. Gracias a la solidaridad reinante aprendo rápidamente a conseguir alimentos para el almuerzo y la cena; el desayuno ellos van a tomar en la tienda del Mano, prójimo la Estación Central de Ómnibus, que a la 8 de la mañana sirve uno pan con copo de refrigerante.
Descubrí inmediatamente en el inicio que el Poder Público no se presta a socorrer el ciudadano, es más fácil recurrir a la caridad de las personas. Un compañero me enseñó la no pedir comida en casa de pobre, pues casi siempre la familia va a dar de corazón abierto, sin embargo, repartiendo el poco que tenga a la mesa. “Pieza en casa de personas del alta sociedad, usted va a comer bien y no hará falta para ellos”, concluye él.
¡Caracoles! ¡Dio para ver relámpagos filosóficos riscando a calzada de la calle! Si él no leyó sobre la vida de iluminados como Santo Agustino o San Francisco de Assis debe haber incautado el raciocinio de Maquiavelo en “El Príncipe”, o, como mínimo, de Karl Marx.
Pero, en el área elegante de la ciudad las casas poseen muros altos, cercas electrificadas, perros anti-sociales, vigilancia particular motorizada; las empleadas sólo atienden por el interfono y muchas de ellas ya son terminantemente prohibidas de dar cualquier cosa sin el consentimiento expreso de la patrona que, invariablemente, “no está, salió”. El modelo social e económico que preconiza la concentración de renta y prioriza el incesante alargamiento del abismo entre las clases sociales es cruel y nefasto para con ricos y pobres, indistintamente. Para la mayoría desfavorecida el NO HABER es un dilema angustiante y lleva muchos a la práctica de delitos; para la minoría beneficiada el HABER es la causa consequente de las angustias y temores con que justifican el egoísmo feroz y la hipocresía, dos de los pilares de sustentación de esa sociedad moribunda prestes la desmoronar.
Camino por la Avenida Epitácio Pessoa con mi mochila verde a la espalda. Hay dos puestos de combustibles donde se puede tomar café gratis y llenar una botella con agua helada: el Puesto Metrópoli, en la esquina de la Calle Eugênio Lucena Neiva, en el Barrio de los Estados; y el Mastergás en la esquina de la Calle Jorge Faraj, Barrio Miramar. (Agradezco mucho a los operarios).
Un anciano está parado en la franja de seguridad para pedestres; es deficiente visual y usa un bastón. Me aproximo de él, ofrezco mi cooperación y, juntos, atravesamos conversando animadamente. Señalizo para los vehículos que reducen la velocidad permitiéndonos una travesía segura. Por esa avenida circula la fracción elegante - constituida principalmente por Corollas y Hondas Civic - de la flota de vehículos. Cien por ciento de los conductores y 99% de las conductores son bien educados en el tráfico, pero, en el general, una gran parte de ellos utiliza los paseos públicos de la avenida como estacionamiento particular (no importa el tipo de vehículo o las condiciones del paseo, ni siempre bien cuidado o pavimentado). La STTRANS (el Órgano responsable por el tráfico) me informó por teléfono que multa los infractores y, realmente, yo vi un agente de aquel órgano orientando un conductor bien a mi frente, pero la verdad es que no se percibe cualquier preocupación mayor en respetar la ley (los conductores) o de hacerla cumplirse (las autoridades). No basta parar y esperar que el anciano concluya la travesía, es preciso tampoco impedir que él transite libremente y en seguridad por el paseo público.
Pedir alimento de portón en portón exige paciencia y juego de cintura. ES un importante e indispensable ejercicio de humildad, tolerancia y resignación. Además, evidentemente, de enseñarnos mucho sobre amar y perdonar, sobre entender y discernir. Aprendemos mucho sobre el alma humana, sobre el comportamiento de las personas, sobre Política, Economía, Sociología, etc. Nos hacemos especialistas en el arte de la supervivencia (como si ya no lo fuéramos) y aprendemos también a desarrollar el sarcasmo, sin embargo, con una rápida presunción de elegancia. Cuando una voz femenina nos dice por el interfono que no tiene cualquier cosa para dar; cuando se ofrece la vasija por cima del portón y ella vuelve con sólo una banana pintad dentro; o de aquella vez que recibí un saco de papel con 15 panes viejos y duros entregue por la dueña de la casa con una sonrisa levemente irónico la modelarle el semblante simpático. Me sentí haciendo un enorme favor, pues, con certeza, si yo no hubiera aparecido, ella habría jugado en la basura aquel precioso repasto. ES “dando y recibiendo”, conforme enseñó mi padre espiritual, conocido como San Francisco de Assis.
Llevé algunos panes para engrosar el “Sopa de la Solidaridad”, distribuida de lunes hasta viernes, a partir de las 16,30 horas, en el Parque Sólon de Lucena donde, buscarse bien, se puede encontrar el busto del inolvidable vate Augusto de los Ángeles, uno de los exponentes de la cultura del Provincia de Paraíba que, en mi humilde comprensión, parecía escribir con el bisturí y no con la cañeta sus intensos y cortantes poemas.
Examino un ejemplar del Periódico Correo de la Paraíba y percibo lo cuánto los habitantes de aquella provincia aman su lugar de nacimiento. ES un buen vehículo de información, trata con profunda claridad y objetividad todos los asuntos abordados. Y no se encuentran en él ninguno de los errores de gramática que abundan en las propagandas callejeras de la capital. Podía perfectamente ser utilizado en las escuelas de todos los niveles como complemento pedagógico, finalmente, la mejor manera de aprenderse a escribir es dormir en el aula de Lengua Portuguesa (soy brasileño) y leer todo aquello que otros escribieron. ES así que yo vengo progresando lentamente.
Busco una emisora de televisión para exponer mi problema y denunciar el descaso del Poder Público para con los desvalidos. Un periodista me oye atentamente y concluye: “El consejo que yo puedo darle es que busque la ayuda de su familia”.
¡Excelente consejo! ¿Cómo no pensé en esto antes? ¡Yo soy aún un atontado! Cruz credo.
Dormir en paseo público tiene también sus ventajas: los insectos no aperrean; la brisa nocturna, con su perfume oceánico, nos acaricia ininterrumpidamente el espinazo como que intentando identificar aperturas para acariciar las partes más íntimas del cuerpo; el suelo es duro y, muchas veces, desnivelado, pero, todo bien, con lo profundizarse de la actual crisis económica alguien podrá pensar, un día, brevemente, en crear paseos públicos anatómicos; y es preciso estar despertado a la 5 horas, cuando la ciudad comienza a despertar y la vida, aún somnolienta, reinicia su doloroso, sin embargo, inevitable curso. Se corre el riesgo de ser incendiado por vándalos callejeros, pero, la Policía y los transeúntes no incomodan en respeto a la Constitución Federal que reconoce el derecho de ir y venir libremente a todo ciudadano. Y este derecho comprende lo de estar, de permanecer, conforme comprensión del Superior Tribunal de Justicia. Pero siempre aparece, tras la medianoche, un grupo de personas para sacudir el habitante y ofrecerle un plato de alimento ya frío, que podrá ser debidamente saboreado después de una corta oración de gracias. Y tiene también aquel sujeto que viene de madrugada en una motocicleta, ofrecer “hot-dog” (o sería cool-dog?) y que profesa una fe evangélica.
ES asimismo: arrebatado por la “acción fervorosa de las religiones” e ignorado por la exclusión espantosa del Estado el habitante callejero no consigue ni dormir sosegado.
Pero a las 19 horas es posible obtener una vasija de comida caliente ofrecida pela (¡pasmen!) Municipalidad, en la Casa de Acogida, situada en la Calle Almeida Barreto. Con la diferencia de ser todos los siete días de la semana, mientras los “Samaritanos de la Madrugada” sólo aparecen los días de su conveniencia.
Por su tamaño (600 mil habitantes) João Pessoa posee pocos habitantes callejeros y la mayoría de ellos es de personas que adoptaron la vagabundaje y petición como su nuevo "way of life". Tal vez esa constatación justifique la posición oficial de ignorarse el problema o de no llevarlo muy a serio, finalmente, son sólo casos embrionarios en gestación y que tutean como incentivo a la adopción de mecanismos de defensa que la propia sociedad reconoce como válidos y eficientes. No se considera, sin embargo, el hecho de que, concluida la gestación, los revenos vendrán a la luz y bien en el seno de la comunidad...
La Historia es irónica. En el inicio de la colonización de Brasil los portugueses venían para acá huyendo de las ciudades fortificadas de Europa, donde vivían prendidos entre muros. Llegando a la entonces Vila de Piratininga, embrión de la actual ciudad de São Paulo y encontrándola también fortificada, acababan demandando las regiones prójimas con sus familias para, finalmente, puedan acostar raíces en bonanzosas parajes. Actualmente, sin espacios para ocupar y desbravar, sin embargo, rodeados por mendigos, vándalos y ladrones la población se disimula en sus propias casas, erguiendo en vuelta de ellas palizadas modernas con cámaras de vigilancia, perros pit-bull, interfono, etc. Me acuerdo, sin embargo, de una residencia en la Avenida São Paulo donde, por dos veces, fui atendido, por cima del muro, sin, pero con respeto y prestémosla atención. Y de aquella casa de muro amarillo en el Barrio Tambauzinho donde, después de algunos minutos de aguardo, se abrió el portón y la pareja me sirvió la marmita deliciosamente preparada, una banana, una botella de 600 ml de jugo de fruta tropical helado y dos naranjas ya cortadas. Les seré infinitamente grato por tan expresiva generosidad.
Sabemos, sin embargo, que dar limosnas no resuelve ni ameniza el grave problema social de nuestro país. Necesitamos, sí, luchar por la edificación de una sociedad más justa y armonizada, a partir de la renovación de nuestros valores íntimos y de la reestructuración general del contexto social en que nos insertamos, fruto de nuestras maquiavélicas mentalizaciones. Ahí, sí, los políticos que vengamos a elegir tutearán en estrecha sintonía con los anhelos de la población porque, generados en medio del pueblo actuarán a su semejanza, practicando lo que aprendieron. Como hacen actualmente.

João Cândido de Silva Neto
(Escrito a la mano en el Parque Sólon de Lucena, João Pessoa, en 02/12/2008).

quinta-feira, 19 de novembro de 2009

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quarta-feira, 11 de novembro de 2009

ETAPAS DE La EVOLUCIÓN HUMANA

ETAPAS DE La EVOLUCIÓN HUMANA


Una antigua leyenda, surgida en la Caldeia, relata que Dios, al intentar crear el Hombre, modeló una imagen de barro y llevó al horno. Al retirarla notó que tenía tostado demás, quedando negra. Así fue creada la primera raza humana.
Una nueva imagen fue modelada y llevada al horno por menos tiempo, quedando púrpura. Y a partir de ella Dios creó la segunda raza, de piel roja. Y así, reduciendo el tiempo de exposición al fuego fueron creadas la tercera raza (piel amarilla) y la cuarta, actual, de piel blanca.
El relato es demasiado simplista, pero, el propio texto bíblico, desarrollado posteriormente, sostiene la misma explicación para el surgimiento del hombre en la superficie planetaria.
Intensos y profundizados estudios espiritualistas, desarrollados por diversas corrientes de pensamiento y utilizando variados métodos de investigación y observación, vienen, al largo de los siglos y, principalmente en las últimas décadas, buscando explicaciones cada vez más coherentes para ofrecer respuestas a las indagaciones. Sabemos, actualmente, que muchas verdades fueron tomadas como leyendas fantasiosas y, de otro lado, muchas leyendas y mentiras creadas fueron impuestas como verdades absolutas. Hay, sin embargo, relatos creados para disfrazar, o, por lo menos, hacer digerible, verdades que, por su carácter insólito, no serían aceptas o comprendidas por el pueblo. Son así las parábolas bíblicas y muchas historias y leyendas de conocimiento y dominio general.
Fue preciso que marineros asustados singlasen mares desconocidos en toscas carabelas de madera para comprobar que no existían monstruos marinos engullidores de barcos o devoradores de hombres; y que la Tierra no era cuadrada. Se afirmaba que la Tierra era el centro del Universo, hasta Nicolau Copérnico afirmar el contrario; y la Astronomía moderna mostrar que somos sólo una minúscula esfera rodeada por billones de cuerpos celestes a componer la extensión del Cosmos.

(Nuestro Sol es 1.300.000 veces mayor que la Tierra y está, en media, a una distancia de 150 millones de kilómetros. La estrella Capela es 5.040 veces mayor que nuestro Sol).

O, en las declaraciones de estudiosos esotéricos: El Sistema Planetario de Ors es compuesto por nueve planetas (ocho de ellos girando en torno al Sol); integra la galaxia Vía Láctea (Ruta Lechosa), componente del Universo Éfeso, uno de los siete universos que forman el Cosmos.
Se creía que nuestro Sistema Planetario se componía de seis planetas hasta 1781 cuando descubrieron el séptimo, 1830 cuando descubrieron el octavo y el noveno descubierto ya a finales del siglo XIX; y en ese inicio del siglo XXI constatamos que son sólo ocho. Hay décadas estudiosos espiritualistas afirman que nuestro sistema planetario se compone de ocho planetas girando en torno al Sol; aquel que se suponía ser un planeta es, en la verdad, una base intergaláctica construida por ingenieros siderales para dar apoyo a sus operaciones en esa parte de la galaxia. Hace cincuenta años ya se sabe que la Tierra es cueva, con muy grande subterráneo, y que la superficie interna es habitad por una raza pacífica, existiendo en perfecta armonía. Las extensas áreas de nieves que se conservan en los extremos Norte y Sur funcionan, también, como barreras naturales a impedir el libre tránsito de personas o vehículos en las dos direcciones; las aperturas para al espacio interior justifican el desvío en la brújula, que no apunta exactamente el Norte y el Sur.
Científicos buscan vestigios de agua en los cuerpos celestes más próximos, por considerarla el elemento primordial para existencia de vida, pero, de vida humana nos moldees conocidos aquí en la Tierra. No se ignora, sin embargo, la existencia de vida en niveles diferenciados de aquellos por nosotros conocidos en la tímida dimensión en que presentemente evolucionamos.
Estudios espiritualistas afirman sean casi mil los planetas de nivel comparable al de la Tierra sólo en esa galaxia; y que los mundos habitados con vida humana semejante a los niveles terrestres representan sólo 0,5% del total, constituyendo la parcela de nivel evolutivo más reculado del Cosmos. Reconocen los espiritualistas haber sido la raza humana actual implantada por el habitantes de la estrella Capela, considerados “jardineros del espacio”, de ahí los adeptos de la doctrina de Allan Kardec afirmar seamos “capelinos” (“Hagamos el Hombre a nuestra semejanza”).
Afirman estudiosos esotéricos que cada raza humana implantada en la superficie terrestre evoluciona según el régimen previamente elaborado y, en el final, es sustituida por otra con objetivos de progreso más elevados, cuando entonces el planeta se inclina 180º pasando el Norte a ser Sur, provocando la desaparición de la civilización.

En el caso de la actual raza, la cuarta ya implantada, esto explicaría la desaparición de Atlántida (3ª raza) y del muy gran continente (Pangea); y el porqué de varias regiones, inclusive en Brasil, ya hayan sido fondo de océano, poseyendo aún suelo arenoso y agua salobre. La inclinación de 180º altera también la polaridad de la raza, pues la civilización atlante tenía polaridad femenina, invirtiendo para el masculino en la raza actual y será nuevamente femenina en la 5ª raza, cuyos caracteres de comportamiento ya están listos.
Vivimos en tres dimensiones, que pueden ser así entendidas:

1ª – físico-etéreo, cuyo centro energético es representado por una rótula posicionada en el centro del cuerpo humano;

2ª – emocional, cuyo centro es el corazón, sede del alma y motor del cuerpo;

3ª – mental-concreto, cuyo centro energético se sitúa en el cerebro, sede de la inteligencia.

Todos los seres humanos ya tienen contacto, en mayor o más pequeño grado, con la INTUIÇÃO, puerta de entrada para a 4ª dimensión.
Por el físico-etéreo recibimos energía del espacio a nuestra vuelta y somos influenciados por energías provenientes de los astros y planetas próximos desde nuestro nacimiento en la superficie planetaria. La propia alma humana es pura energía concentrada, que sólo deja el cuerpo cuando este pierde la capacidad de acoger la vida. Santo Agustino ya hube afirmado en su libro Confesiones que “morimos todas las noches”, refiriéndose al hecho de que, al acostemos para dormir, los cinco reflexiones del cuerpo se relajan y se desarman, ocasión en que el alma, aún atada al cuerpo a través de centenas de lazos, goza de cierta libertad y se proyecta al espacio, yendo a desarrollar una vida de relaciones, prestar servicios y asimilar energía cósmica indispensable al enfrentamiento de las adversidades en ese taller de trabajo y aprendizaje que es el planeta Tierra. Y es por las cinco reflexiones que asimilamos energía, conocimientos e informaciones para alimentar los niveles Emocional (corazón) y Mental-Concreto (cerebro). Pero solamente por las palabras pronunciadas transmitimos lo que tenemos en el corazón y en la mente, a través de la emisión de sentimientos y pensamientos positivos (derivados del Amor) o negativos (derivados del Odio). Razón porque el Divino Instructor afirmó: “Por tus palabras serás justificado, por tus palabras serás condenado”.

Cada Ser, por lo tanto, tutee como su propio juez, pues cada acción y cada palabra quedan registradas en el éter cósmico, en cuenta individual, en una película individual registrando toda su existencia planetaria. Se reconoce que la vida es una sólo; las encarnaciones se suceden en la superficie, pues el alma no tendría condiciones de cumplir toda su trayectoria evolutiva de una única vez, utilizando un cuerpo físico que se desgasta por la acción inexorable de la rotación planetaria y otras intemperies del cotidiano.
Cuando nuestro planeta se inclinó 180º y Atlántida desapareció, un grupo numeroso de personas que no fueron alcanzadas por los desmoronamientos y explosiones permaneció reunido en la confluencia de los ríos Tigre y Éufrates, actualmente territorio de Irak. Después de una evaluación de los acontecimientos decidieron reorganizar sus vidas e iniciar las bases de una nueva civilización, con la misma paz y armonía ya conocidas. De ese grupo derivaron varios pueblos de la antigüedad que, diseminados por la región, dieron importantes contribuciones para el avance de la raza actual, destacándose, entre ellas, la cerámica, el vidrio, la escultura, los tejidos y hasta la cerveza. El propio rey Hamurab, de Babilonia, implantó un código de leyes tan avanzado para la época que hasta hoy nos causa admiración. Y fue en esa época y región que surgió la leyenda que da inicio a ese ensayo.
Se acepta la idea de la evolución progresiva de los cuatro reinos (mineral, vegetal, animal y humano) y reconocemos que la vida surgió y evolucionó a partir del agua, inclusive manteniéndose la proporción, pues la cantidad de agua en la superficie planetaria es proporcional a la cantidad de agua contenida en el cuerpo humano.
El mismo proceso evolutivo se aplica a los cuerpos humanos, pues el alma (espiritual) ocupa y anima un cuerpo de naturaleza animal, cuyo funcionamiento orgánico es propio del reino vegetal, poseyendo aún residuos del reino mineral (Hierro, calcio, etc.) a indicar que, en el proceso evolutivo, tendremos por el frente etapas en que los cuerpos irán, gradualmente, si depurando de las impurezas de la materia y el reino mineral será el prójimo a ser eliminado, del cual ya nos distanciamos bastante. A medida que vamos suprimiendo la influencia de la materia grosera, abrimos espacio para una mayor actuación del alma, en la elaboración de aspectos espirituales cada vez más amplios y elevados. Este proceso es acelerado cuando abandonamos el hábito de comer carne, despreciamos adicciones como alcoholismo y tebaísmo y reeducamos nuestro comportamiento ante la familia y la sociedad.
Paralelamente, la adopción de hábitos saludables a la salud del cuerpo y del alma y la implicación con lecturas y prácticas más espiritualizadas, que conduzcan el alma la reflexiones y su interiorización contribuyen decisivamente para el avance espiritual.
Para corroborar las afirmaciones de progreso evolutivo continuo acordemos lo que afirman los espiritualistas acerca de las etapas cumplidas y a ser cumplidas por cada raza:
1ª raza (piel negra): Desarrolló el plexo físico-eterio, que representa nuestro Sol-interior, llegando a alcanzar la edificación de las sensaciones y emociones;

2ª raza (piel roja): Evolucionó a partir de las sensaciones y emociones, llegando a alcanzar las emociones superiores;

3ª raza (piel amarilla): Evolucionó a partir de las emociones superiores alcanzando la inteligencia concreta;

4ª raza (piel blanca): ES la raza actual. Partiendo de la inteligencia concreta deberá alcanzar la inteligencia abstracta. Solamente los seres humanos que alcanzar el grado de aproveitamento previsto partirán para componer a 5ª raza; los demás serán transferidos para otros planetas, donde darán proseguimiento al proceso evolutivo, a partir del nivele en que se encuentren cuando de la transición (que ya se aproxima);

5ª raza: Partirá de la inteligencia abstracta y deberá alcanzar la percepción espiritual;

6ª raza: Evolucionará a partir de la percepción espiritual hasta alcanzar la Conciencia Cósmica.

A partir de la 6ª raza los caminos evolutivos prosiguen a través de etapas cada vez más elevadas, aún distantes de nuestra frágil comprensión. Si no comprendemos la vida humana en el nivel en que evolucionamos actualmente, no conseguiremos entender, siquiera, la vida en la aura del Sol que es, aún, un aspecto extremadamente pálido de la vida inalterable, o definitiva.
Conoceremos la verdad y ella nos liberará. Está escrito.

SANTO ANTONIO EVADIDO

SANTO ANTONIO EVADIDO

¡Hizo porque quise!
¡Todo el mundo aconsejó, hablando por una boca sólo: no vaya, renuncie a ese insigne convite, moza doncella que sirve de testigo en casamiento queda para custodiar los sobrinos, usted no debe ir!
¡Pero, no, encasquetó! ¡Temosa semejante mula cuando empaca en riba de carretera! ¡Puede castigarle y azotarle las ancas de más no poder que ella no sale del lugar! Queda allí, parada. No menea una oreja ni sacude el rabo. ¡ES un animal de grande serventía, pero, decidido en las actitudes! Pero, se sabe que en ese mundo tres cosas no tienen recurso: fuego morro la cima, agua morro a bajo y mujer cuando quiere. Pues ella hizo de esa manera, siguió el guión del escrito. Empinó el narizón, bamboleó, rodeando con las manos en las ancas y “voy porque voy, ella es mi amiga de infancia, no puedo afrontarla negándome al usufructo de tan portentoso deleite...”. Pronto. Dio en el que dio...
Ahora sé ahí. Manceba prendada, de celestial hermosura, engalanada con los más arrebatados encantos, de cuerpo escultural – no se puede negar lo que los ojos ven -, pero, avanzada en años, sin que encuentre uno pretendiente que sea, uno sólo, para conducirla a las tan soñadas honras del himeneo. Y es de esa manera como estoy diciéndole. Hasta Santo Antonio (el pobre Santo), estresado por tantas y tan angustiadas súplicas, siempre alternadas por amenazas y castigos – como lo de retirar de sus brazos y ocultar la imagen del niño Jesús – sólo halló un jeito de poner cobro a tan desapiadadas arbitrariedades: sumió, se evaporó sin dejar rastro.
Ya no era sin tiempo, infeliz. Vivía en un sufrimiento que nadie evalúa. Hasta puedo imaginarlo saliendo de pie ante pie allí por aquella puerta de la cocina, con sus sacrosantas vistes arribadas hasta en las rodillas para no amasar o rasgar; las sandalias de cuero crudo, novas, en la mano izquierda, pues acostumbran hacer ruidos a cada movimiento. Espiando para tras resabiado, aunque dando gracias a Dios por librarse de tan tenebrosas agruras. Y el crucifijo en la mano derecha, para espantar las inmundicias que vaguean por las madrugadas y, más importante, no alarmar los cachorros, pues Militão, Jaó y Tieta, que duermen bien allí, bajo aquel depósito, tienen oídos entrenados en cazar animal del floresta y, en el oscuro, es bien capaz de no identificar o no saber discernir entre una santa figura y un animal de tipo extraño y desconocido. Asunta todo que le explico: conciencia de cachorro no es semejante al de persona, no, ya que posee estructura filamentosa muy diferente. La natural sapiencia acomodó todo consonante la necesidad.
Con certeza él caminó pie ante pie hasta en aquel alto, bien donde queda el vieja árbol bien grande a que llaman “Jacarandá”; allá calzó las sandalias, arrumo el espinazo, hizo lo señal de la Cruz en su cuerpo y acostó la vegetación del pasto hasta allá debajo. Después fue fácil: pasó bajo del cercado y abrió carrera en la carretera antes que alguien sintiera su falta.
Sólo puedo creer que fue exactamente así. Pues se hasta el más tranquilo de los hombres estremece delante de las tempestades intuitivas de una mujer, imagine el desventurado del bendito en la carrera. ¡Dios libre y guarde! Nadie merece una vida tan triste, no señor.
Nadie sabe la dirección que él tomó, pero, con la notoriedad que tiene, no hay de quedar desempleado, principalmente por esos parajes. Inclusive porque su hoja de buenos servicios proporcionados es lejos e impecable. Bueno, por lo menos hasta el pueblo quedar sabiendo de esa narración…
Acá por mí, ya fue es tarde. Pues si la propia población habla que Santo de casa no hace milagros. Da para entender muy bien ese prescrito, pero, que tiene un poco de injusticia tiene, sí señor. Yo explico. Santo que es bien tratado en una casa si acostumbra demasiado con la familia. En el inicio ele esforzase para atender a los pedidos, siempre variados y constantes. Unos envuelven angustias y dolores, otros meramente vanidad; algunos mesclan insólitos desvaríos, tan relucientes de extrapolada presunción que es bueno ni especular, hago oídos de mercador.
Si el infeliz del Santo adopta el criterio de atender prontamente los pedidos recibidos, los mendicantes relajan las obligaciones y, por cualquier necesidad, por menor que sea, allá van ellos inquietar el pobre, en vez de arregazar las mangas y buscar aquello que desean con la fe en Dios y el esfuerzo personal. A toda y cualquier hora va a tener aglomeración en el frente del Santo, con las manos puestas orando, lágrimas lastimadas escurriendo del ojos y descorriendo por la mejilla y con el rosario suspenso en el dedo, deseosa que llegue luego su vez de, frente el frente, transmitir a aquel virtuoso emisario divino sus aflictivos martirios. Aflictivos martirios, sé... Si, al contrario, el Santo tarda en atender los suplicantes, para incentivarlos a la dedicación y empeño visando a la adquisición de los necesarios merecimientos, se verá rodeado de velas quemando día y noche, la espalda ardiendo de tanto quedar de pie; y la cara, o mejor, su Sagrado semblante, chamuscado por el calor emitido por la luminosidad originada de tantas velas. Si ese no sea castigo, no sé cómo llamar. Sólo quien sabe lo que es vida de Santo puede evaluar tamaña penuria a gozo de santidad.
Sin hablar en el montón de cera que siempre se forma a los pies de la imagen, pues las muchas velas quemando prójimas unas de las otras contribuyen para que el calor de una apresure a quema de la otra y, consecuentemente, el derretimiento de todas ocurre en pequeño espacio de tiempo. La exacerbada demostración de fe de los suplicantes sólo hace aumentar el suplicio del Santo condenado. El desgraciado se ve desnudo, en las llamas del infierno, mientras el demonio le arranca el cuero del lomo a golpes de azote para delectación de los impiedosos impenitentes. Válganos, Dios.
ES salvo por la fe. De él. Si dependiera de la fe de la muchacha que busca, que busca no, que aguarda sentada, la llegada del príncipe ardientemente deseado, el pobre Santo hay muy ya habría sido supliciado por Cerbero, la pavorosa cría de tres cabezas, guardián de la puerta del infierno. ¡Credo en cruz tres veces!
En el transcurso de esa narrativa me viene al recuerdo un costumbre ya hay muy olvidado.
El historiador Heródoto, de Halicarnasso, que vivió antes de Cristo y es considerado el “Padre de la Historia”, narra una de las bellas tradiciones cultivadas por los babilonios. Según él, los casamientos eran realizados una vez por año en cada villa o ciudad de la Babilonia. En la fecha aplazada, después de previa divulgación del dicho evento, bastante concurrido, se reunían los elegantes hombres interesados en encontrar y adquirir una buena moza para matrimonio. El responsable por la subasta que fuera designado recibía las doncellas pretendientes y las dividía en dos grupos: en el primero lote quedaban las doncellas bonitas, educadas y de familias que detenían posiciones de prestigio en la sociedad; el otro lote englobaba las jóvenes feas, las de familias pobres y las que tenían alguna deficiencia. La licitación comenzaba por las doncellitas bonitas, del primer grupo, con los interesados haciendo lances, visando adquirir las deseadas doncellas para desposar, observados las costumbres. Las mozas muy bonitas eran disputadas por muchos interesados, aquellos mejor situados en la escala social – llenos de dinero para investir -, por lo tanto, eran vendidas siempre por precios elevados.
Concluido el negocio de las doncellas más bien dotadas de cuerpo y fisionomía comenzaba la subasta de las seleccionadas del segundo grupo. Ese funcionaba al contrario. El responsable por la subasta partía llamando las chicas, una de cada vez, y comenzaba haciendo ofertas para los posibles interesados en aceptar llevar una de las chicas y casarse. Las ofertas colocadas por él comenzaban por valores bajos; los pretendientes es que empujaban el precio para cima, visando obtener un bueno valor en la concretización del negocio. Ninguna moza doncella quedaba sin esposo, pues el dinero ajuntado en la venta de las más bonitas era empleado como incentivo para los hombres rematen las chicas de la, expliquemos, segunda división.
Pero, había criterios vigentes que eran rigurosamente obedecidos. El comprador tenía que ofrecer, como garantía, la palabra de una persona idónea afianzando que la boda se realizaría. Si la boda no se realizara por desentendimiento entre los dos era preciso devolver el dinero; y la chica volvía a la subasta el año siguiente.
No se tiene noticia de ningún otro pueblo que haya adoptado esta costumbre u otro parecido. En nuestra cultura se casa por amor o entonces... se inclina la imagen de Santo Antonio de cabeza para bajo dentro de un copo de agua.
En ese mundo tres cosas no tienen recurso...

terça-feira, 10 de novembro de 2009

NUEVOS RUMBOS PARA La HUMANIDAD

NUEVOS RUMBOS PARA La HUMANIDAD

A pesar de lo descrédito general y de la ignorancia criminalmente sustentada por las religiones la Humanidad tiene dato pasos importantes al largo de su caminada progresiva.
Vivimos actualmente una etapa de inestimable importancia, con experiencias que nos conducirán a niveles de comprensión mucho más anchos y profundos que los hasta ahora distinguidos.
Las personas más ajustadas sueñan con el mundo cristiano del futuro; y el Divino Instructor afirmó que “Mi reino no es de ese mundo”, pues, siendo la expresión legítima del AMOR-SABIDURÍA él sólo reinaría sobre personas que realmente ejercitasen lo AMOR en todas sus excelsas manifestaciones. Pero, a pesar de toda la precaria actuación de nuestros legisladores las leyes humanas se encaminan lentamente para la gran Síntesis, visando alcanzar una estrecha sintonía con las leyes superiores. Da para percibir nítidamente el adelanto, a pesar de tímido y lento.
El año de 1988 fue decisivo para esa Humanidad: la Tierra pasó a recibir las energías del Centro del Cosmos a través de la Constelación de Acuario, que a transmuta antes de proyectarla en nuestro Sol, que la transmite a la familia de mundos que componen nuestro Sistema. El proceso de transmutación comprende sólo la reducción de la intensidad de la energía para 10% de la intensidad original, proceso que también es utilizado en Brasil por las compañías hidroeléctricas con sus líneas de transmisión hasta los puntos subsecuentes y qué hasta los consumidores.
Pero, durante la transmutación una de las estrellas incorpora su fuerza energética, representada por una energía más incisiva que nos invita a la reflexión a través de la interiorización.
Captada por el Sol la energía recibe otra vibración antes de ser proyectada en la Tierra, donde es recibida por el Mundo Encantado, situado bajo el Himalaya, que hace la distribución para los siete centros energéticos del planeta.
Gracias a la energía de Acuario toda la raza humana terrestre pudo acelerar su proceso evolutivo.
A finales de 1987 los astrónomos visualizaran un planeta que se desplazaba en el espacio en una trayectoria que lo llevaría a chocarse con la Tierra. El hecho fue ampliamente divulgado por los medios de comunicación, principalmente por las emisoras de televisión. Aquel planeta, en la verdad, hube emergido del Sol y su objetivo era emparrillarse con la Tierra a una distancia semejante a que nos separa de la Luna. Su proximidad y su altísima temperatura provocarían el derretimiento de la cobertura das regiones polares; y los Seres humanos que estuvieran en la misma frecuencia vibratoria se transferirían para él. Concluida la transferencia él sería nuevamente desplazado para un punto de la galaxia, donde se posicionaría. Los Seres que aquí permanecieran habrían pasado por una radical transformación psíquica y física y darían inicio a la próxima raza humana.
Pero, el propósito fue suspendido y modificado. Era preciso dar más tiempo para la raza humana, por razones que abordaremos en otro texto. El tan hablado Juicio Final fue concluido en 1988 y de allá para acá los desentendimientos entre personas, familias y naciones recrudecieran; y la violencia aumentó, pues las fuerzas negativas, sabiéndose vencidas, incentivan la reencarnación de Entes que fueron víctimas de injusticias en el pasado para operar reajustes haciendo cobranzas terribles en consonancia con la primitiva comprensión del “ojo por ojo, diente por diente”. Paralelamente, la temperatura del planeta viene aumentando gradualmente, pues el fuego cósmico alcanza la superficie terrestre penetrando por el agujero en la capa de ozono, que posee también el objetivo de facilitar la evacuación de parte de la polución, pues sin esa medida la vida humana ya habría alcanzado niveles prójimos al insoportable, considerándose que más de 150 mil personas desencarnan por año sólo a consecuencia de la lluvia ácida.
Muchos ajustes y correcciones ocurren también entre pueblos y naciones: el desmembramiento de la Unión Soviética, la caída del muro de Berlín; la creación de los bloques económicos, etc.
En Brasil también son visibles los progresos impulsados por la acción de la Orden Cósmica: la Constitución de 1988, la creación del Ministerio Público, el Estatuto del Niño y del Adolescente, el Estatuto del Anciano, las acciones de protección a la maternidad, la implementación de acciones de valorización de la ciudadanía, la conciencia preservacioncita, la defensa de los Derechos Humanos, etc.
La desigualdad social es uno de los males de nuestra sociedad, pues las fuerzas involucionarías, que controlan 100% de la energía monetaria, incentivan la circulación del dinero de donde tiene menos para donde tiene más, lo que provoca la concentración de renta y riquezas, muchas veces de manera deshonesta y por medios espurios e inconfesables. La falta de una Educación espiritualizada y la orden económica vigente que induce al consumo desenfrenado llevan el Ser humano a preocuparse con el TENER en desprecio por el SER.
Cuando se dice que “es preciso estudiar para ser alguien en la vida” está pensándose sólo en conseguir un buen empleo con buen salario para poder poseer casa bonita y confortable, llena de bojigangas electrónicas y todos los objetos que la propaganda exhibe a nuestros ojos y martilla ininterrumpidamente en nuestros oídos. Y las fuerzas contrarias controlan también 100% de la energía sexual, 90% de la opinión pública y 90% de los medios de comunicación asegurando así su dominio sobre toda la vida planetaria. Solamente con mucha lucha alcanzaremos a tan soñada nueva orden.
Sabemos que en niveles más elevados de conciencia los Seres humanos viven en absoluta unió y sin las relaciones de parentesco que conocemos aquí en la Tierra. Y actualmente ya constatamos, aún tímidamente, los primeros indicios de los preparativos para tal ascenso. Hay ancianos sosteniendo familias en dificultades económicas o financieras; y en torno a quinientas mil adolescentes haciéndose madres todos los años, con sus hijos, en la mayoría de los casos, creados por sus familias y por ellas mismas. Hay quien vea en eses hechos graves desajustes sociales, pero, la verdad es que ellos apuntan para rumbos que sólo en el futuro entenderemos.
También en los niveles más ennoblecidos, donde todos se relacionan como hermanos, con la conciencia polarizada horizontalmente y sin vanidades o ambición no existe el sexo material como conocemos, inclusive, porque los cuerpos humanos no son hechos de materia tan grosera. Un cuerpo es usado por un Ser que lo coloca a la disposición de otro cuando concluye su misión y va a retornar. De esa forma no es preciso elaborar un nuevo cuerpo toda vez que un hermano llegue para cumplir una misión de progreso.
Nuestros ensayos en esa dirección ya son constatados cuando una familia lega los órganos de un pariente que retornó al nivel espiritual. Infelizmente, aún no se comprende totalmente que el importante es lo Ente que retorna y reiniciará brevemente una nueva jornada; el cuerpo es sólo una ropa que usamos mientras necesario y después nos deshacemos de ella para poder seguir viaje. El alma sólo puede llevar aquello que es realmente suyo, sólo lo que le es necesario: su equipaje formateada en las luchas y experiencias durante la corta permanencia en ese modesto y aún tímido designio existencial, pues cada uno es juez de sí mismo y hay muchas viviendas en la Casa Celestial, por lo tanto, es preciso definir aquí, mientras podemos, adónde vamos a vivir cuando lleguemos allá. Sólo depende de nosotros.

segunda-feira, 2 de novembro de 2009

El AMOR EN La FORMACIÓN SOCIAL DE BRASIL

El AMOR EN La FORMACIÓN SOCIAL DE BRASIL

¿Por dónde andará el tan decantado Amor?

Examinándose a nuestra vuelta, se percibe sólo un vacío silencioso y desolador, estremecido aquí y allí sólo por la cantilena monótona de los cantadores típicos de ritmos populares que, con sus letras repetitivas intentan persistentemente, en los hacer creer en el romanticismo grotesco por ellas preconizado y exhaustivamente amartelad en nuestros oídos, a punto de formar calos en nuestros ya sufridos tímpanos.

¿Pero, si las canciones de mayor éxito en los medios de divulgación son las que hablan de Amor, como explicar el desaparecimiento del dicho cuyo?
Desde la antigüedad que el Amor es cantado en prosa y verso. Cuando el enamorado príncipe Páris, de Troia, raptó la seductora Helena, esposa de Menelau, la Grecia entera se inflamó; y después de diez años de intensos combates Troia volcó escombros. Por Amor Dante Alighieri colocó Beatriz, su pasión, como su salvadora en La Divina Comedia; y Ulises consiguió retornar a los brazos y abrazos de su amada Penélope, que lo esperó por veinte años.
Ejemplos enternecedores de pasiones avasalladoras ilustran centenas de publicaciones por toda Europa medieval; y en esa escuela los escritores brasileños formatearan su equipaje académica. Quién lee los romances y poemas publicados en Brasil al largo de los siglos 18 y 19, siente envidia de las parejas de aquella época. Textos elaborados por escritores inspirados no en la realidad vivida, pero, en el modelo que idealizaban para dar embasamiento a los sueños de una sociedad que se construiría a partir de los moldees sugeridos. Pena que no dio correcto. La realidad de la sociedad, con su cuotidiano rudo y cruel, suplantó las románticas intenciones de los literatos.

La voz del pueblo se impuso en los usos y costumbres, ignorando la suavidad de las páginas literarias. En un país de ancha extensión geográfica, con personas prácticamente aisladas en los más distantes lugares y sin acceso la educación y cultura, sólo podrían prevalecer los valores locales, alterados lentamente por las eventuales novedades traídas por los raros forasteros, de entre estos, los mercantes, que sólo paraban por el tiempo necesario para deshacerse de las mercancías traídas y poner nuevamente el pie en la carretera.

Las pequeñas localidades siempre se esforzaron para erigir una bella y suntuosa iglesia, como irrefutable demostración de fe, pero, casi nunca manifestaron idéntico entusiasmo para edificar una escuela. Con la influencia de la religión orientando usos el costumbres e instituyendo reglas de comportamiento social, os eventos culturales se resumían a los festejos religiosos, sobresaliendo entre ellas, las conmemoraciones de Natal, as cuadrillas de São João; y hasta lo “escarnio del Judas” se hacía una atracción imperdible. Era el suficiente para una comunidad estructurada bajo los principios de la Iglesia, pero, insuficientes para una sociedad que necesitaba se estructurar y acompañar el desarrollo en ascenso en las grandes ciudades de Brasil y del mundo. En esa sociedad vigoraba el patriarcalismo, con los agricultores propietarios de anchas extensiones de tierra y muchos esclavos; y propiedades rurales casi autónomas, bien poco dependientes del núcleo urbanizado.
En este cuadro social como difundir cultura y educación se faltaban recursos humanos y financieros, pues desde el inicio de la colonización hasta la Independencia de Brasil (1822) las preocupaciones de las autoridades raramente se volvieron en esa dirección; y a partir del inicio del primer Imperio hasta la proclamación de la República (1889) el país enfrentó problemas de producción agrícola, de exportaciones, de deudas contraídas, revoluciones internas, guerra con Paraguay y todo el proceso que llevó a la abolición de la esclavitud con la consecuente transición para un sistema de mercado libre. ES evidente que la realidad Social, Económica e Cultural fue determinante para a ascenso y predominancia de modeles de comportamiento incompatibles con el romanticismo preconizado por los escritores y poetas. Los bellos romances y poemas eran leídos por pocas personas y raramente llegaban a las pequeñas y distantes localidades, donde ellos más se hacían necesarios y donde serían más útiles.


En el lugar del Amor se imponía una obligación; un gesto de indiferencia o un tabefe en el rostro como retribución a una caricia afectuosa; un látigo siempre pronto para punir una travesura de los
hijos, para endientar el modo independiente de pensar de la hija
soñadora y para opinar sobre el atrevimiento de la su mujer que osó manifestar uno disgusto.
La libertad de hablar o de opinar era exclusividad del patriarca.



Tanto en el pequeño feudo rural como en el tímido núcleo urbanizado el absolutismo patriarcal dictaba las reglas de comportamiento y hasta la etiqueta social. Si una autoridad o una figura relevante de la sociedad visitara la hacienda y quedara para dormir, el anfitrión mandaba una esclava, casi siempre una niña entre diez y doce años, ir pro cuarto del visitante “hacerle las ganas”. La dignidad de la mujer esclava siempre fue reconocida por su amo como uno mimo a ser ofrecido a los visitantes y, eventualmente, para su deleite personal. También nuestros dos emperadores, Pedro padre y Pedro hijo, tenían subalternos encargados de recorrer las haciendas e identificar niñas esclavas entre diez y doce años que serían llevadas al palacio para una noche en lo lecho de Su Majestad. El día siguiente la esclava recibía un presente y era llevada de vuelta a su propietario. (La explotación sexual de niños ya viene de larga fecha).
¿Cómo irían aquellas niñas entender el Amor se crecían bajo lo látigo del fautor?

¿Cómo comprender el sexo se eran violentadas para la satisfacción egoistica de una respetable autoridad?

¿Cómo entender la vida se eran sólo mercancías adquiridas en el mercado y podían ser negociadas a cualquier momento por sus propietarios?

¿Cómo tener esperanza se veían los hermanos de su color sean azotados, trabajando hasta la agotamiento; y el hacendero blanco violentando a la chicoteadas los propios hijos y esposa?

De la “senzala” no era de esperarse un aliento de esperanza para la salvaguardar el Amor. Aún así, expuestas a los castigos corporales y a todo tipo de humillación e discriminación, las mujeres negras intentaron. Cuando la amas, aún niña, no podía amamantar el hijo, una de ellas se hacía “ama-de-leche”; y para cuidar del hijo ya desmamado otra se hacía “ama-seca”.
¡Y con qué Amor ellas cuidaban de los niños! Y asistían la ama blanca, tratando las marcas que golpes y puntapiés le dejaban en el cuerpo; y amenizando, con actitudes tiernas y cariñosas, las heridas que permanecían en el alma. En los cuidados con los niños ellas crearon hasta vocabulario propio, enriqueciendo nuestro idioma. Así, cagar volcó hacer cocó; tomar el “mingau, la papa” del almuerzo, papá; dormir pasó a ser naná; y orinar se hizo hacer xixi.
¡Cuánta ternura venida de donde los hombres blancos menos esperaban! Ellas creaban comidas, dulces y licores deliciosos para agradar el amo y sus constantes visitantes – los elogios eran recogidos por el señor, nunca por la ama. Y con los restos de carne que eran enviados para la alimentación de los cautivos da "senzala" crearon la “feijoada”, que se haría uno de los platos más apreciados de la culinaria brasileña. Atendían a todos con inmenso placer y dedicación y buscaban satisfacer todos los gustos del amo y de la su esposa, pero, no escapaban del yugo implacable del azote, que vivía en la mano del señor feudal como un cetro a simbolizar su poder absoluto.

¿Como el Amor habría de sobrevivir en un ambiente social tan nefasto a sus sublimes emanaciones?

¿Con el romanticismo de los literatos recluso en las páginas de los libros a mofar en las estantes de unos pocos privilegiados?

¿Sin escuelas y con un medio social avieso y ajeno a la manifestaciones culturales?

¿Impidiéndose la libre manifestación del pensamiento de los niños y jóvenes y, consecuentemente, impidiendo toda y cualquier contribución que consiguiesen proporcionar a la evolución del tejido social?

Entenderemos mejor lo presente en partir de un estudio amplio y profundo del pasado, para entonces reorientar nuestro comportamiento con vistas al futuro que anhelamos para nosotros y para la sociedad.

João Cândido de Silva Neto

sábado, 31 de outubro de 2009

AGUAS DEL RÍO CARINHANHA

AGUAS DEL RÍO CARINHANHA

Lúcidas, transparentes,
Transcurren mansas, indiferentes.
El lecho, trazado por manos invisibles,
Le define la dirección – la imensidão.
El trayecto sinuoso no disfraza los sueños que,
Sumergidos a los ojos humanos,
Emergen a la superficie como si para besar
El ave canora que en su vuelo rasante
Parece afrontar la soberanía de la líquida llanura.

Las márgenes delimitadas intentan respetar el curso establecido
Y fingen imponer límites a la insensatez humana.
Un proyecto de vida y esperanza parece perpetuarse
En las manos de cada lavandera que, en la persistencia del trabajo,
Atesta la tenacidad del río en seguir alimentando y amparando
La lucha de la existencia.

Aguas del Carinhanha,
Límpidas, veloces,
Sieguen formateando conchabos, definiendo siluetas,
En la supuesta línea de horizontes inexistentes, presentes,
Pero, en el espectro etéreo de los padecimientos voluntarios
A asombrar la frágil criatura humana.

Aguas del Carinhanha,
Bellas, soberanas,
Buscan refugio en la suavidad de una voz femenina que,
Inmensa de labores, le dedica las notas de una sencilla canción.

Cae la tarde.
Una brisa suave envuelve la tierna voz que canta;
Y acaricia dócilmente la líquida superficie.
La noche ya disemina rayos color de ceniza,
Recubriendo el suelo antes de extender su delicado manto negro.

Aguas del Carinhanha,
Envueltas en el manto de la noche sieguen
Determinadas, majestosas;
Esplendorosamente bellas
En la profundidad de un misterio inconteste.

João Cândido da Silva Neto

sexta-feira, 30 de outubro de 2009

UNA LEYENDA DEL RÍO CARINHANHA

UNA LEYENDA DEL RÍO CARINHANHA (*)

En 1712 el aventurero Manuel Nunes Viana, al frente de uno grupo fuertemente armado, atacó una aldea de indios caiapós en el margen izquierdo del Río São Francisco, en el local donde actualmente se sitúa la ciudad de Carinhanha.
Lo afluente del “Viejo Chico” que en aquel local completa su curso de 450 km y, más tarde, pasó a ser divisa natural entre los estados de la Bahía y Minas Gerais, recibió el nombre de Carinhanha, en función de una ave que existía a los bandos en la región y que los indios llamaban de “Carunhenha”.
Después del ataque, un pequeño grupo de jóvenes indias cruzó a nado el río Carinhanha, buscando huir a sus perseguidores; y, para mayor seguridad, se escondieron en varios puntos al largo del margen derecha, pasando a vivir separadas unas de las otras, pero, sabiéndose seguras y tranquilas. Como que previamente combinado, iban todas al río por la mañana, al rayar del día, y a finales de la tarde, para se bañar.
El margen derecha del Carinhanha, en el local donde hoy se sitúa la pequeña ciudad de Juvenília se llenaba del más vivo entusiasmo cuando la atmósfera reinante se hacía vibrar por las caricias sonoras irradiadas pelas melodías caiapós entonadas en cantar unísono por las bellas muchachas. Con cantigas improvisadas, emerjas del fondo de sus sufridos corazones, las indias relataban, unas a las otras, sus dolores, sus sueños y las alegrías simples con que intentaban amenizar la nostalgia de las florestas donde campeara lo guerrero pueblo caiapó, ahora sólo un recuerdo melancólico la inmiscuirse por entre las nostalgias del alma en su simplicidad pura e inocente.
A cada cantiga concluida, otra compañera asumía el espectáculo, buscando en la misma fuente íntima, inspiración y fuerza para elevar al espacio toda la augusta expresividad de su cantar reprimido.
Un día, un joven guerrero caiapó y su bella esposa se aproximan del margen del río, acompañados por un grupo de hombres blancos que erraban por aquellas parajes en búsqueda, tal vez, de aventuras o de la realización de sueños íntimamente embalados.
Exhaustos de la jornada, ellos deciden acampar y dormir allí mismo, prójimo al margen, atraídos por la exuberancia de aquellas aguas cálidas y cristalinas, agradables al cuerpo y el alma. Y, al rayar del día, uno de ellos despierta, sobresaltado, al oír un cantar extremadamente bello que, del margen opuesto, se elevaba a los cielos como se intentara perennizar la energía sublime de aquel momento de encantamiento y profunda contemplación. Animado de la expectativa de localizar a fuente propagadora de tan dulce y afable melodía él se lanza a la aguas y, al alcanzar el margen opuesta, encuentra una joven india que, sin demostrar sorpresa o aversión, lo acoge en un abrazo suave y envolvente, de absoluta ternura.
Nacía así un gran amor, en la pureza de una voz femenina a embalar almas solitarias, tiernamente enlazadas por el transcurrir elegante de las aguas del Carinhanha.
Todos los aventureros se enamoraron por el río y, allí, en la magia de aquel pouso espontáneo, encontraron los verdaderos amores de sus vidas. Y así la leyenda se creó y permanece inalterada hasta los días actuales:

Quién, al margen del Carinhanha, oír el tierno cantar de una voz femenina se enamorará por el río y de él no más se apartará. Si, al oír el cantar, bucear en las aguas y se bañar, realizará el sueño de amor de su vida”.


João Cândido da Silva Neto

LA SAUDADE (*)

La SAUDADE (*)

¡Quedo muy satisfecho en oír tan sencilla cantilena, que presta a mi corazón fatigado por repisados enfados, los refrigerios de bálsamo siempre anhelados cuando me oponía a las dificultades de la vida a la cuesta de penosas andanzas por los largos y sinuosos caminos del Región! No que yo me queje! No señor, lejos de mí tan ingrato descomedimiento! Hasta puedo decir, sin embargos de contradicha, que guardo bellas y agradables recordaciones, como hilos de esperanza que la Saudade, siempre envuelta en confabulaciones – la Saudade, sí, esa sabe forjar confabulaciones – va cargando, cargando despistadamente, sin dar un motivo para sospecha del corazón y los órganos del cuerpo, hasta ajuntar aquel montón de cosas empiladas en lugar bien disfrazado.
En el inicio parecen cosas sin valía, lanzadas en la basura, sin alarde, por no tener necesidad. Y mientras todos los órganos del cuerpo juzgan de grande serventía esa supuesta demostración de celo, ella hace por capricho: da oídos de mercante a los rumores baldíos en su derredor y prosigue incansable en su paciente laborar. Si Saudade tuviera cuerpo físico, ese sería, con certeza, idéntico al de una hormiga Saúva.
Todo semejante, inclusive aquel su parte trasera reluciente y espichada que, en mi humilde evaluación, a hace acreedora del título de – con permiso de la palabra – Calipedia del Mundo Animal, con todo el respeto por eventuales opiniones más abalizadas que no me juzgo a la altura de contestar.
Exceptuadas en ese análisis o estropeo que las Saúvas causan cuando invaden una plantación, todo lo más en ellas es digno de afectuosos elogios: la organización, la división del trabajo, la dedicación a las tareas asumidas y la incuestionable persistencia.
Todo en ellas es elogiable – todo, todo. En el trabajo silencioso e agudamente laborioso Saudade y Saúva se asemejan. Mientras las Saúvas, impasibles a la inclemencia del tiempo e insensibles a la quejas del pobre labrador, acostan abajo toda una plantación para cargarle y aprovisionar el hormiguero; la Saudade organiza un archivo de recordaciones, reuniendo elementos dispersos - unos en el cerebro, otros en el corazón - transportándolos en orden cronológica hasta un espacio recóndito, imperceptible a los sentimientos y allí se lanza a un riguroso proceso de ordenación de ocurrencias que, previamente, obedece a criterios de analogía de los acontecimientos.
ES un trabajo meticuloso, exige sosiego, pero, tranquilidad y sosiego son cosas que Saudade tiene hasta para dar o vender, si así lo puedo afirmar. Perspicaz que sólo ella misma, pasa el día todo despistando, como quién no quiere nada, pero queriendo, asuntando todos los acontecimientos que los órganos del cuerpo transmiten al cerebro y al corazón. Y a la noche, cuando los órganos se desarman para consentir lo reposo del cuerpo material, ella, con su extremada dedicación, va hasta el dicho escondrijo – sólo ella sabe dónde queda – y en el secreto imperioso comienza a ejecutar la segunda parte de su tarea. Investiga pasivamente el corazón y el cerebro, ya que no le interesa registrar sino hechos que tocan el corazón, impregnados por las energías de los sentimientos. Aprendizaje intelectual es trabajo del cerebro, Saudade no se envuelve con esto, no señor.
Ya transcurrido algún tiempo que Saudade pasó a trabajar menos y aún aumentó su rapidez y eficiencia, pues adoptó técnicas de administración de Harvard y ya domina con maestría los fundamentos de la automatización.
Para ella es cómodo. Captura los conocimientos en el propio cerebro, hace a su jeito las adaptaciones necesarias y, prontamente, el nuevo método está instaurado. Todo eso acontece dócilmente en el transcurrir de una vida. El individuo ni se da cuenta de que sus pasiones, viajes, correctas implicaciones, mismo procedimientos a veces indecorosos, está todo documentado en archivo recóndito, que sólo podrá ser abierto y consultado por él. Archivo de Saudade no puede tener el sigilo infringido por determinación legal. ES cosa de foro íntimo. Las razones del corazón son siempre ignoradas por la propia Razón, pero la Saudade – siempre envuelta en confabulaciones, como yo ya dije – con la ligereza que le es propia, recorre todos los meandros de los sentimientos descifrando las ansiedades del alma, de cuyos aspectos íntimos retira la energía con que permea toda la depurada elaboración de su archivo. Todo esto sin que el dominado perciba o haga evaluación de las implicaciones. El archivo va siendo organizado lentamente, sin conocimiento del principal envuelto.
Minuciosamente compuesto, cada detalle en su respectivo espacio, como un interrogatorio policial: lleno de relatos, fotos, nombres y testimonios de personas, locales, fechas, todo rigurosamente ordenado. Una primorosa composición artística de enaltecida graciosidad.
Pero, el tiempo pasa sin que se perciba su lento transcurrir. El trayecto, aunque desconocido, ya no ofrece misterios, pero, delante de las afrontas sorprendentes de la jornada es aconsejable amenizar el paso para pisar con la prudencia recomendable.
Los obstáculos del camino pasan a ser enjergados con la necesaria antecedencia y las precipitaciones, antes frecuentes, son ahora más distanciadas. Aún se tropieza, pero ya no se cae. ES un consuelo.
Una soledad angustiada comienza la despuntar a los primeros indicios del atardecer de la vida. La juventud quedó para tras; aún espiando bien ya no es posible vislumbrarla en la curva más próxima de la carretera.
Aquella ansiedad alborozada, que muchas veces impelió la vida a desastrados atolladeros, exhibe ahora los suaves contornos de profundas y depuradas reflexiones.
Las intensas y exhaustivas dificultades fueron superadas por la constancia del esfuerzo.
Fantasías extremadamente insensatas que daban embasamiento sueños y devaneos desproporcionados se rindieron a la dialéctica del equilibrio y aceptaron encabrestar la ponderación.
Antiguos resentimientos, casi siempre desagraciadas, fueron mitigados por la delicadeza y espontaneidad de los sentimientos madurecidos.
La mente, extenuada por borrascas de desavengas amorosas, ya no aliñaba conchabos; y del corazón, desolado por frustrados afectos, se oyen sencillos y torturados suspiros por antiguos amores, entrelazados por discretos rumores de inolvidables envolvimientos.
La memoria, exhibiendo abundancia de fragancias agradables, siente que el corazón bate descompasado, como si flagelado al azote de fautor, sucumbiese a las exacerbadas inferencias del inconformismo.
La vida prosigue lentamente. La mente, atenta, clama por la indispensable substancia revitalizante. Ya se avistan las sombras del atardecer. La memoria investiga hechos registrados, busca localizar subsidios para avivar a llama de la Esperanza. Sí, es mismo, la Esperanza... ¡He ahí la solución! ¡Bienaventurada Esperanza! ¿Pero, donde existirá la Esperanza? Ninguno de los órganos del cuerpo a vio. Se sabe sólo que existe aunque nadie le conozca la forma o apariencia.
Se consultan nuevamente los registros. El tiempo pasa. La criatura humana comienza a padecer desdichas desmedidas. Alguien vivifica la energía de la vida. ¿Fue ella, la Esperanza? No, no fue. Fueron los pulmones. ES trabajo de ellos el proceso fisiológico de recibir la sangre con baja tasa de oxígeno y efectuar una alteración gaseosa impulsándolo a proseguir en su viaje con energía revivida. ¡“Mientras hay vida, hay esperanza!”, alguien grita allá en el fondo. Sí, pero quien dije esto haga el favor de ayudar a encontrarla. De momento sólo tenemos el deseo de encontrar la esperanza y el consuelo de saber que la esperanza es la última que muere. Por lo menos es lo que se oye decir. Necesitamos que sea localizada antes de eso. ¡Pero llega de redondeó! Esa conversa sin fundamentos no lleva a ningún lugar!
Continúan las búsquedas, agitadas por los murmurios de los que afirman nunca tengan oído siquiera rumores, y otros que sostienen haber registros de ella en el cerebro. Mientras esto el corazón se agita como si demostrara efectos de aflicción. En conclusión la memoria grita: Eureka! Todos corren ansiosos en su dirección. Ella hube localizado registros del mitológico héroe Prometió y se apresura a narrar los hechos. Todos quieren la oís.
Lo Todo-Poderoso Júpiter, soberano del Olimpo y padre de los dioses, hube remitido a Prometió, como castigo por sus actitudes que los dioses repudiaran, una joven y núbil doncella llamada Pandora, cuyo nombre significa “poseedora de todos los dones”. Pandora llevaba una embalaje ofrecida pelos dioses, pero, con la recomendación de en ningún tiempo ser abierta. Sospechoso del embuste, Prometió encaminó la joven a su hermano que, enamorado, se casó con ella y cayó en la trampa: abrió la caja. De ella huyeron todas las desgracias que hasta hoy vaguean por el mundo excitando las pasiones de la pobre raza humana: hambre, peste, miseria, guerras y destrucciones, etc.
Exasperado, él cerró apresuradamente la bendita caja, trancando allá dentro, bien en el fondo, la única cosa buena que en ella había – la Esperanza. ¡
¡Entonces es de ese jeito! La Esperanza está archivada dentro del Ser humano! Por eso nadie encuentra la dañada! ¿Pero, espera ahí, está guardada o segregada? ¿Y lo que importa? De cualquier forma se encuentra en local incierto y no sabido. ¡ES sí! Tomó infusión y nadie más a vio.
La memoria convoca los órganos para una operación de búsqueda muy rigurosa en todo el cuerpo. Ellos acorren dispuestamente al llamado y las tareas son rápidamente distribuidas y asumidas.
“Sabor” investigará de la lengua hasta el recto, todo y cualquier local, minuciosamente. “Olfato” irá a ayudarlo con su ancha experiencia en probar e identificar fragancias y hedores. Nunca se sabe, la Naturaleza humana tiene sus misterios...
“Visión” quedará de ojos arreglados, atentamente a todo que captar, examinando cualquier imagen antes de liberar para impresión. “Tato” y “Audición” vigilarán el sexo opuesto, principalmente se las epidermis se aproximen muy u ocurran desencuentros y tumbos. Necesita traer la piel bajo bastón. ES siempre ella la primera a excitar las sensaciones que dan un trabajo de los diablos a los órganos del cuerpo.
Tiene que confiar desconfiando de cualquier aproximación. La inmoralidad acostumbra presentarse nutrida de afectos, aunque moralmente esquelética, siempre con aquel jeito ingenuo, llevando un inocente cesto color-de-rosa transbordando mimos y afabilidades. Desliza con suavidad y ternura como que cambiando en el espacio aéreo y aún balancea las ancas para excitar los ingenuos, siempre expuestos y vulgarizados. ES preciso no descuidar de parejas susurrando y mirando de lado; y filtrar, aún a exagero de celo, cualesquier susurros y sonrisos depositados con exceso de generosidad en oídos extraños. El Ser humano acostumbra sorprender...
¿Pero, adonde fue parar la Saudade? Donde será que aquella zafada se metió? Siempre está por aquí, trabajando silenciosa, ajuntando cosas... ¿Ajuntando cosas? ¡ES esto, ella ajunta y guardia! Localicen la Saudade! Comienzo a creer que ella es la llave del enigma que nos intranquiliza. Con certeza ella guarda en algún lugar secreto todo la que recoge. Como ella recorre todos los órganos del cuerpo ajuntando cosas que nos parecen disfraces, con toda la certeza elaboró un archivo misturado con las energías de los sentimientos. ¡Pueden apostar, ese archivo es la fuente de la Esperanza!
Excitados por esa nueva y auspiciosa configuración los órganos no tardan a localizar la Saudade, colocándola frente el frente con la memoria. Sin cuestionamientos o mayores obstrucciones ella revela su rico acervo. ¡Y qué acervo!
Está todo allá, la base fundamental de la esperanza, que ahora será franqueada al cerebro, a la memoria y a todos los aspectos del alma. El Ser humano no más será sacrificado. El archivo de la Saudade, pacientemente elaborado, permanecerá abierto a las consultas necesarias para amparar la criatura humana, despertando y promoviéndole la esperanza e incitando-le la disposición para proseguir.
El Ser humano se anima. Ya no se le presenta sombrío el atardecer de la vida.
Sus fuerzas son rejuvenecidas. Le invade nuevamente la gana de vivir y sus pasos se firman exhibiendo una renovada vitalidad.
Seguirá caminos nuevos, aún aturando el antojo implacable de las agruras inclementes que campean a las ribaceras...


(*) SAUDADE - Palabra sólo existente en la Lengua Portuguesa, cuya traducción aproximada sería Nostalgia, Melancolía, Añoranza, Recuerdo.

quinta-feira, 29 de outubro de 2009

El HOMBRE QUE CREABA MONSTRENGOS

El HOMBRE QUE CREABA MONSTRENGOS

Había un hombre muy malo que me gustaba perjudicar las personas y no era ni un poco educado y elegante en el relacionamiento con sus semejantes. Cultivaba pensamientos malignos, era muy vengativo y no aceptaba cualquier crítica o sugerencia de alguien que, notando su procedimiento equivocado, quisiera ayudarle.
Con el pasar del tiempo él fue haciéndose cada vez más agresivo con quién de él se aproximara y, gradualmente, fue distanciándose de todos, pasando a vivir muy solo.
Juzgaba sean diabólicas todas las criaturas y jamás profería una palabra que denotase comprensión, ternura o cariño. Su corazón no abrigaba sentimientos nobles y él no conseguía comprender que necesitaba modificar su modo de sentir y de pensar.
Un día él adormeció, solo como siempre, bajo un bosque frondoso, al margen de una carretera de tierra que conducía al alto de la montaña. Y buceado en relajamiento profundo, tuvo un sueño:
Observaba, con muy grande sorpresa, un hombre de mirar límpido y rostro agradable que pasaba caminando despreocupadamente en dirección a la montaña. Atrás del hombre, en fila uno a uno, perfilados, una porción de pequeñas criaturas que lo seguían, muy contentos, conversando animadamente entre sí. Eran pequeñas en el tamaño, tenían formas variadas, de colores vivos y agradables a los ojos. Todas tenían apariencia bella y atrayente e irradiaban una irresistible energía, tan tierna y suave que prendía el mirar y la atención de quien las contemplara. A muy coste él consiguió desprender el mirar de aquella escena tan inusitada. Quedando sentado decidió levantarse e ir atrás del hombre para inquirir sobre aquellas formas de vida que lo seguían con tanto regocijo y satisfacción. Pero no pudo. En su cerebro algo le decía que debía ir, pero una fuerza desconocida lo impedía, obligándolo a retroceder.
Por algunos momentos él se debatió entre la gana de seguir aquel hombre para saber de las pequeñas criaturas y la fuerza descomunal que le obligaba a actuar en contrario.
He ahí que, de repente, él se vuelve y ve, atrás de sí, un otro grupo de criaturas de variados tamaños, colores oscuros y negras, totalmente disformosas y de horrendas apariencias. Se mueven desordenadamente y cada movimiento suyo ellas corren a colocarse la a su espalda, en fila uno a uno, como que para acompañarlo.
Él despierta espantado. Un sudor frío le desciendo por el rostro. Siente el corazón batir en compaso acelerado. Las imágenes están bien vivas en su mente y, por primera vez, él se cuestiona intentando entender la razón de sueño tan insólito.
¿Por qué aquel hombre se hacía acompañar de tan bellas criaturas, mientras él tenía detrás de sí, las formas más horrorosas que alguien podría imaginar? La pregunta se repite insistentemente en su íntimo, repercutiendo y ampliándose hasta ocupar todo el espacio de los sentidos y del alma. En dato momento él mira con atención y percibe que en el sueño la carretera por donde el hombre hube pasado es exactamente aquella donde se encuentra. Avista al lejos la montaña en cuya dirección el hombre hube seguido. Siente una enorme gana de ir a la busca del hombre, pero decide aguardar. Ve, al lejos, una señora que trae en los brazos un niño pequeño envuelto en una cubierta rústica y ya vieja, desgastada por el uso constante. En los brazos de la madre el niño chora en voz baja, de hambre y de frío. Él percibe que la pobre mujer intenta conducir el niño al pecho, pero esa actitud maternal no alivia el padecimiento del pequeño ente. El niño sólo se consola por algunos instantes e inmediatamente vuelve a llorar.
Por primera vez él contempla una escena tan enternecedora. Siéntese tocado; le invade una compasión nunca experimentada. En un ímpeto él llama la mujer y le da el alimento que traía en su mochila.
Ella recibe, reconocida, el alimento y se sienta para satisfacer el hambre del hijo. Mientras madre y hijo sacian el hambre él atrapa su cubierta y, en una actitud tierna y cortés, la lanza sobre la espalda de la mujer de forma de proteger también aquella pequeña e indefensa criatura. El niño estira para sí la parte de la cubierta que le toca y esboza una sonrisa infantil de pura espontaneidad.
Al observar estas escenas él se deja tomar por la más pura y radiante sensación de placer y conforto espiritual. A pesar del frío él se hube deshecho de su aquejadora cubierta y, sin embargo, se siente contento. Después de saborear el alimento la mujer agradece repetidas veces y con el hijo bien protegido y adormecido en el pego sigue en dirección a la montaña. Él contempla, embebecido, aquella humilde mujer que sigue confinantemente con el hijo en los brazos. Si pudiera ver ahora notaría la desaparición de una de aquellas horribles criaturas que siempre lo acompañaron. Una única actitud benevolente, sincera y desinteresada fuera suficiente para destruir la tenebrosa figura del egoísmo. Aunque no consiga explicar él se siente feliz y satisfecho. Nunca hube recibido tanto en retribución a un poco que diera. Y sin incomodarse con el frío se acosta para dormir allí mismo, bajo el árbol frondosa, aún preocupado con el misterio del hombre de las bellas criaturas.
Mientras intenta busca el adormecer sus pensamientos divagan por extensiones variadas e longas. Examina todos los hechos de su vida, hasta la infancia. Le viene a la mente la imagen de su madre y entonces adormece oyendo las suaves palabras que ella le repetía siempre:
“... la felicidad general, mi hijo, no sólo el bien individual”.

MENSAJE: "Dígame con quién andas y yo le diré quién eres".
(Interpretación de la ley “El semejante atrae el semejante”).

João Cândido da Silva Neto

terça-feira, 27 de outubro de 2009

UNA DULCE ILUSIÓN

UNA DULCE ILUSIÓN



¿Dorinha?
¡Dorinha se fue ya hace es bien tiempo! Cargó todo lo que tenía. Sólo dejó recuerdos distribuidos a los montones y lágrimas apenas disfrazadas en la pequeña silueta da visión de los ojos de aquellos que la vieron partir. Y a juzgar por la hija que dormía serenamente en sus brazos y una maleta poco pesada, pues hasta balanceaba en su mano izquierda, muy no parecía llevar. Y si alguna cosa de valía estaba dejando para tras parecía no hacer diferencia, ni causarle preocupación o disgusto. Hube restablecido los planes, hube destacado otros objetivos. Es asimismo. La criatura humana búsqueda siempre caminos más deleitables, sin embargo, sólo Dios tiene el poder de fijar realidades. No estamos prójimos de la felicidad sólo porque ya caminamos bastante. Por más dificultoso que nos parezca es necesario edificarla al largo de la jornada. Tarea obligatoria de cada viajero que tomó por objetivo la senda del progreso evolutivo, aspirando alcanzar planicies espirituales más elevadas. Tenemos en el paisaje de los sentimientos una brújula que siempre apunta la dirección. Es sólo seguir la brújula. La vida, esa desenrolla en un derretimiento intranquilo, prensadas inquietudes, insidias palpabais ora a disgusto, a veces en la mazmorra del dice-que-dice amargado. Dorinha llevó toda su riqueza: parte aconchabada en los brazos, envuelta en una cubierta color de rosa, regalada por su madrina aún con aroma suave de tienda; la otra parte guardaba dentro de sí, suavemente acomodada en el corazón, que es, a la vez, motor del cuerpo, centro emocional; y sede del alma humana, tan intraducible cuánto indefinible; y fugitiva de todas a cualesquier tentativas de abstracción de sus diáfanos elementos; buceada siempre en niveles tan profundos del Ser, donde no alcanza la sapiencia ni del más ilustrado ignorante, que sólo conseguiría insultarla con sus extravagantes y depauperados conceptos. Deja como está...

Ella ostentaba en el rostro sus aspectos delicadamente esculpidos y un mirar límpido y penetrante que revelaba su firme esperanza de avistar inmediatamente un mañana no prometido sólo soñado y que, de tanto pelear a la busca, sentía como se estuviera siendo siempre aplazado cada pasada por estos caminos llenos de íngrimos socavones y inmoderadas trampas. No por falta de bueno comprensión o de méritos, pues estas calidades ella siempre disfrutó en abundancia; tal vez por deshecha del destino. ES así, como se puede observar... Tiene gente que al apear en este orbe ya trae un destino antojado escanciado en el lomo del caballo. Dato a la luz es lo que dicen cuando usted firma compromiso de locación en el grande y espacioso mundo de Dios, teniendo él allí del lado, como testigo vitalicio, cogiendo en la mano un rosario de 108 lágrimas que va a dejarle estampado en el espinazo como se grabado a hierro en brasa fuera. Hablé 108 lágrimas porque acordé que el collar de Buda tiene 108 cuentas; el hindú devoto da, diariamente, 108 vueltas en torno a la vaca sagrada, mientras hace sus oraciones; los simpatizantes de las prácticas espirituales hablan en 108 himnos sagrados; y los gnósticos afirman sean 108 las reencarnaciones en cada ciclo evolutivo. Fue sólo por eso.

Dorinha no dejó tristeza; dejó, sí, un tierno recuerdo, tan tierna y suave que reconforta, haciéndonos desear para ella las tan anheladas alegrías paradisíacas en cuya busca partí.

Me acuerdo de las veces que pasaba por el camino a la noche, viniendo del poblado de las Antas, y oía su bella voz entonando una embebecida canción de niña para la hija adormecer:


“Abro la ventana, dejo la noche entrar

para que la Luna y las estrellas puedan adorarte;

un sueño lindo te hará dormir

y un nuevo día viene para despertarte...

Se percibía en la dulzura de aquel cantar una oración de gracias que de su fervoroso corazón subía a las alturas celestiais. Hube transformado su cuerpo en un templo de adoración al Cósmico y su corazón en el altar donde depositaba sus legítimas ofrendas. La música y las palabras tuteaban sólo como tenue hilo conductor, que su noble sentimiento recorría en etérea viaje. Aquel cante sublime revelaba que ella estaba realizada como madre.

Sólo comprendemos lo que se la hacía falta el día en que a venimos a partir. Tenía en los brazos una certeza; en el cantar un sueño discretamente ninado por una dulce ilusión...

FLOR TAMBIÉN TIENE CORAZÓN

Mío piense es un pájaro que vuela, vuela

buscando aquel que estoy llamando

en mi pecho, bien en voz baja.

Soy igual la flor desplome,

abatida, mirando el suelo,

pues su dulce recuerdo

es la llama de esperanza que mantiene mi ilusión.

ES añoranza de usted, amor -

flor también tiene corazón.

Viene la noche llamarme

para cantar al luar,

pero la tristeza no deja;

mi canto es triste y sencillo,

habla del amor dulce y bello

que se fue para no volver.

ES añoranza de usted, amor -

flor también tiene corazón.



João Cândido da Silva Neto

domingo, 25 de outubro de 2009

AQUELLOS OJOS VERDES

AQUELLOS OJOS VERDES


¡No señor! De Deusinha no se puede decir esto que sea que intente disminuir el carácter o denegrirse el procedimiento, pues ella siempre exhibió acentuados dotes morales basados por bello y correcto equilibrio!

Era una desarrollada demonstración de desvelada afabilidad y impresionada jovialidad. Si a mí fuera concedida la gratificante oportunidad de, en un más largo relato, encarrilar poco a poco, de una en una, las calidades que ella sobejamente ostentaba, como, de hecho, conviene a la legitimidad de un reconocido prosista, quedaría debiendo finura por insigne tarea.

Criatura prendada estaba allí: de ostentada belleza e inspiradas virtudes tenía la lisura como principal referencia de adorno. Era un bien concluido modelo de graciosidad, esculpida bajo la inspiración de notable maestre creador.

Cuando niño hube vivido con los padres y hermanos por las parajes de la Guabiroba - donde plantaban café y batata -, cambiándose todos para el pequeña aldea cuando en ella, aunque niña ya grande, la flor de la juventud aún ni había desplegada botón.

Sus padres tuvieron cuatro hijos y sólo después nació ella, única niña. Hube crecido rodeada por las atenciones de todos, siempre abundante de mimos y afectos. Dengos y gracias se les derramaban de manos llenas, al que siempre correspondía con desembarazada solicitud, en la augusta serenidad del alma pura e inocente. Con la madre hube aprendido los cuidados con la casa y el dominio de los artes culinarias, sin nunca desatender de la apreciación por la propia belleza e higiene personal. Tenía una visible e innegable nobleza de sentimientos. Se llenaba del más vivo entusiasmo al vislumbrar el nacer del Sol, cuando el suave soplo matutino desviaba de su curso sólo para venir a acariciarle las delicadas feições; e culebrear sus delicadas madejas cuando seguía a camino de la escuela. Querida por todos los compañeros y por las profesoras, siempre tenía una palabra de cortesía para dispensar a los cuántos de ella se aproximaran, demostrando poseer una refinada y primorosa elocuencia que por la simplicidad a todos encantaba. Nada le dejaba abusada. Era como si una inagotable luz angelical estuviera recorriéndole siempre las venas. Suyo me gusta por la vida se hacía notar cada gesto y su rostro exhalaba una tierna energía, adornado que era por aliñados requintes de inefable belleza.

Contaba ya dieciséis años cuando, un bello día, al adentrar la sala de aula, encontró un poema escrito en hoja de cuaderno tiernamente doblada, en la cartera donde de costumbre se asentaba. Curiosa, leyó el poema:



Ojos que recitan poesías;

brillo del mar prestado;

colibrís esvoaçantes

buscándose alrededor.



Visión de muchos colores,

ventanas abiertas del alma,

el real y el sublime reunidos

en la misma serenidad.



Espejos cristalinos prisioneros

que a la moldura facial encantan;

líquidos poemas que se tornaran canciones.



Esmeraldas lapidadas

en la sencillez de un rostro cautivante;

sueños que parten rumbo al infinito,

pero retornan...



Comprendió que el poema fuera escrito para ella por alguien que la conocía muy bien, pues sus ojos estaban allí retratados con palabras tiernas y de la más dulce ternura. Releo poco a poco y, enseguida, guardó entre las hojas del cuaderno.

Después del término del aula, se dirigió para la salida, pero no fue abordada por nadie. Su virgen corazón ahora batía descompasado, como que reproduciendo el tropel de animales en destrabada carrera. Afloraba-se-le un sentimiento hasta entonces desconocido; algo inquietante, uno en un-sé-qué intraducible, mixto de euforia y deseo, o sería... No! Era indefinible. Era sí. Pero el ritmo cardíaco se hube acelerado; y su sangre, al recorrer las venas, parecía calentado por un fuego de llamas descontroladas.

Los días y semanas que se siguieron o anónimo poeta no aparece; e otro poema fue en vano aguardado. No en tanto, ella continuaba a experimentar espléndidas e intensas modificaciones. Sueños e devaneios dominaban ahora a aún inmaculada paisaje de sus sentimientos. Y el panorama que ahora enjergaba parecía alumbrado por la luz de mil soles resplandecientes...


AÑOS SE PASARON...


Ella se cambió para Oro Fino, pequeña ciudad próxima. Fue estudiar, quería ser profesora. Consiguió. Era propio de su espíritu educar almas e instruir intelectos, hube nacido para esto. Nunca se casó. La vivacidad de su arte llenaría plenamente su existencia. Avisté otro día, de lejos, al pasar por la Estación de Colectivos, allá en Oro Fino, cuando ella ya iba a embarcar en el autobús. La llamé. Ella miró y me reconoció. Esbozó una ancha sonrisita, gesticuló para mí con un gesto mono y entró en el vehículo. Pude notar que sus ojos aún eran dos intensas antorchas (esmeraldas lapidadas en la sencillez de un gesto envolvente), que iluminaban las veredas por donde ella seguía, ya que el alma estaba siempre al frente, apuntando el rumbo de un horizonte que sólo ella sabía identificar, sin nunca errar la dirección. Décadas transcurridas en un intenso apego a la vida habían dejado registro indeleble en la tez ahora rizada a maneras de cupineiro. Es asimismo. La mano del tiempo deja callosidades por donde pasa. Marcas del tiempo... Impiedosas recordaciones a producir arrobos de melancolía; una poesía de ningún modo declamada aún engasgada en la garganta...

Su mirar y su sonrisa tenían reavivado una llama ardiente conservada con insólito empeño; y ahora, frémitos de agonía sudada de bien-querer exponían los andrajos de un corazón aún fumigante. Avivaba una antigua pasión, nacida en un clima de sosiego que aún inquieta. Voy caminando melindreado, deseando apresurar el paso, introduciendo en mi paisaje íntimo una conversación solitaria, que interiormente adocica la comprensión, pero, coloca en polvorosa mis desalentados sueños. Me viene a la mente una de las canciones que ella siempre entonaba, cuando absorta en sus labores domésticos diarios:



“Hoy mi corazón está llorando,

está pidiendo para usted tornar;

su partida me dejó penando,

solamente la vuelta puede alegrarme.



Entristecida exalto mi cantar,

mientras espero su retornar;

si la distancia mueve melancolía,

su vuelta me hará soñar”.



Cantando ella embalaba en dulce suavidad todos sus pensamientos. Rememorar su cantilena es para mí una plegaria que alienta mis mutiladas esperanzas y ameniza mi desesperación.

Semana que viene voy a la ciudad de Oro Fino con mi sobrino, que va a resolver unos asuntos en el Departamento del Gobierno. Voy a quedar sentado en la Estación de Colectivos, esperando mientras él va allá. En la Departamento del Gobierno acostumbra tener mucha gente, la atención es tardada...


João Cândido da Silva Neto

sábado, 24 de outubro de 2009

LEYENDA DE La SERRA QUE LLORA

LEYENDA DE La SERRA QUE LLORA


En un reino distante el soberano tenía un único hijo, el príncipe Igor, muchacho bello, inteligente y amado por todos los súbditos. En el reino vecino había dos princesas, hijas del rey que gobernaba y era viudo: Sâmia, de más nueva y Miléia, de la primera boda. Ambas fueron creadas por el padre con mucho amor y cariño; este no demostraba más atención ni a una ni la otra. Recibían, ambas, el mismo tratamiento afectuoso.

Los dos soberanos habían combinado que el príncipe Igor y la princesa Miléia se casarían cuando alcanzaran la edad propicia, pero los dos jóvenes nunca tuvieron conocimiento de este acuerdo.

Un día, la princesa Sâmia y sus damas de compañía cabalgaban por los campos y, ignorando los límites del reino, atravesaron el río que separaba los dominios de los dos soberanos.

Al avistar el grupo de amazonas el príncipe Igor llamó sus jinetes y fueron al encuentro de ellas y, de manera gentil y cordial, se dirigió a la princesa preguntándole sobre los motivos que la traían al territorio de su padre.

Encantada por la belleza y educación del joven la princesa sólo consiguió responder que no hube percibido haber ultrapasado los límites territoriales y, por lo tanto, si disculpaba por el engaño.

El príncipe, gentilmente, se pontificó a acompañarla en el trayecto de retorno. Y así ambos caminaron codo con codo, conversando animadamente, hasta llegar al margen del río, donde montaron en sus respectivos animales.

Sabían estar enamorados y no conseguían negar o disfrazar este hecho. Combinaron un nuevo encuentro allí, en la curva del río, en aquel recinto florido de la llanura que se extendía hasta en el encosta de la montaña.

Al tomar conocimiento del ocurrido el rey envía el príncipe Igor para una larga y tardada misión en un país distante. E inmediatamente comunica el hecho al soberano, padre de la princesa Sâmia, que agradece, pero, nada transmite a su hija.

Pero, una de las damas de compañía de la princesa Sâmia, que hube oído y hube comprendido la conversación del rey, decide interferir. Llama uno de los guardias palacianos y pide que él rapte la princesa Miléia y a esconda en un valle distante, explicándole que estaba salvando su vida, pues una terrible conspiración para derrumbar el gobierno de su padre estaba siendo tramada. El príncipe Igor retorna de la misión y, para ganar tiempo, el padre le da otra tarea igualmente importante. Y, el mismo día, los dos reyes deciden marcar la boda del príncipe Igor y de la princesa Miléia para cuando él volver. La desaparición de la princesa Miléia está siendo mantenido en sigilo por el padre. Pero, a través de uno de sus jinetes, el príncipe Igor queda sabiendo del plan del padre y también de la desaparición de la princesa Miléia, no comentado por el padre de ella. En aquella noche él parte al galope para encontrarse secretamente con la princesa Sâmia, que va a esperarlo en la curva del río.

Al verse delante de la amada él explica el plan de los dos soberanos. Combinan encontrarse del otro lado del gran mar, en lo alto de la montaña, pues él está incumbido de conducir un pueblo en una expedición de conquista y ocupación de aquella aún poco conocida región. Se despiden y retornan a sus respectivos palacios.

Pero el plan del príncipe Igor es descubierto por su padre, que lo llama e informa que su misión será aplazada hasta el inicio del año siguiente. Y sin que el príncipe supiera la expedición partió en aquella noche, bajo el mando de uno de los sobrinos del rey.

La princesa Sâmia, animada por la esperanza de ser feliz al lado de su amado, parte a las escondidas y, disfrazada, cruza el gran mar. Después de intensas dificultades ella alcanza la gran montaña y, en lo alto, si depara con una población.

Ella es recibida con mucha alegría y sorpresa por los nativos, que hacen fiesta y cantan conmemorando su llegada. Acostumbrados a vivir prácticamente desnudos en contacto directo con la Naturaleza ellos quedan admirados por la belleza de la joven blanca, sus vestimentas y sus largos cabellos amárelos. No consiguen comprender que una persona pueda tener cabellos de aquel color y sólo en la luz del Sol encuentran un elemento de comparación. Y así, pasan a considerarla una diosa y a llamarla de Guaraciaba, < Cabellos del Sol >.

Construyen para ella una cómoda y mucha bella cabaña en una pequeña elevación a pocos metros de la entrada de la aldehuela; y satisfacen con inmenso placer todos sus gozos y deseos.

Ella se adapta rápidamente a aquella forma de vida; les transmite algunos de los hábitos de su pueblo y, a la noche, siempre delante de la hoguera, les cuenta historias fantásticas del mundo que ellos no conocen.

Narra los acontecimientos que la llevaron hasta aquella región y declara que representantes de su pueblo están para llegar y en el mando viene su prometido, con quien se casará. Todos se alegran con estas noticias y pasan a vigilar todos los días en la esperanza de avistar inmediatamente los tan esperados visitantes.

Muchos meses transcurren sin que se tuvieran noticias de los aventureros. Los mensajeros informan sólo que hombres blancos llegaron en grandes canoas y se instalaron en varios puntos del litoral y en la chapada.

La princesa se impacienta con la falta de noticias. No consigue imaginar lo que puede haber ocurrido y se deja invadir por la desolación.

Pero, en una tarde, hombres blancos se aproximan de la aldea en una expedición de reconocimiento. Los nativos corren a recibirlos, para los conducir a la princesa.

Fascinados por la festiva recepción ellos se dejan llevar hasta la cabaña de la diosa Guaraciaba. Más admirados quedan cuando a reconocen. Como sabían de la implicación de ella con el príncipe Igor ellos narran los hechos de que tienen conocimiento.

Informan que el príncipe se hube casado con la princesa Miléia, por determinación de su padre, que hube alegado tener la princesa Sâmia desaparecido. Su padre revelara que la princesa Miléia había sido raptada por una de sus damas de compañía y fuera, por uno de los guardias, escondida en lo alto de la montaña. Con la amenaza de mandar a la muerte la dama de compañía y el guardia los dos soberanos consiguieron convencer el príncipe Igor a aceptar el matrimonio.

La princesa se desespera. Todos sus sueños de felicidad se desvanecen en aquel momento. En la aflictiva angustia de ver perdidas todas sus esperanzas ella sale corriendo por la montaña, llorando alucinadamente. Nadie conseguiría contenerle la desesperación.

El día siguiente, bien pronto, los naturales deciden salir a su busca. Se dividen en grupos y siguen en varias direcciones.

Encuentran, y quedan conociendo, incontables cascadas, cuya existencia ignoraban, y en su ingenuidad, atribuyen el origen de las caídas de agua a las lágrimas abundantes que la diosa hube habido derramado.

Entristecidos, ellos continúan las búsquedas por días y semanas. Cada nueva cascada encontrada se confirma la certeza de tener la diosa pasado por el local. Pero ella no sería encontrada, jamás.

Guardaron en la recordación la bella imagen de la diosa blanca de cabellos del Sol, pasando a reverenciarla en sus cultos. Y hasta hoy llaman la región de Mantiqueira, < Serra que llora >.

João Cândido da Silva Neto

sexta-feira, 23 de outubro de 2009

CUANDO ELLA PASA

CUANDO ELLA PASA

Su tierna figura es como un imán – atrae mi mirar y me desatina los sentidos. La miro y buceo en una suave contemplación. Sus ropas aliñadas exhiben las formas definidas del bello cuerpo, emoldurado aún por una piel morena irresistiblemente bella e inexorablemente seductora. Su rostro ostenta una tierna y, probablemente eterna, expresión de serena tranquilidad. En el caminar firme y seguro y en la voz dulcemente pausada la revelación de una alma que rechaza las desdichas de la vida y, calladamente, edifica el bello en la transitoriedad de los sentidos, en la efímera paz del momento y en la indefinible impresión de la existencia. La imagino así cuando ella pasa; y ella es así en mis sueños. Me siento enamorado por una visión que, frecuentemente, si delinea en el espacio etéreo de mi mirar soñador. La veo en mis brazos, envolviéndola con mi cuerpo; y en la profunda y sensual intimidad el amor aflora libre e indescriptible, en su más auténtica e inefable expresión. Imposible reconocer fronteras para el verdadero amor. El tiempo físico sólo intenta limitarle la manifestación material, pero, en el final infindo, cuando por la enésima vez susurro a los oídos frases cargadas por la inextinguible magia del amor, ella sabe que su simple presencia a mi lado ya hace mi vida valer la pena. Y así, buceados en un clima envolvente, de la más sublime y contagiante emoción, adormecemos. La he en mis brazos, su cuerpo ardiente pegado a mí, protegidos ambos, por la complicidad del silencio reinante que, convenientemente, es ciego, sordo y no escucha. Oigo su respiración levemente indolente, saboreando la paz que nos invadió. La paz del amor que se realiza en todos los momentos, aún en un suave toque de manos a atraer cuerpos que se unen en el dulce deslumbramiento de la felicidad.

Sueños alados permean la atmósfera. Morfeu reina absoluto...

UNA DÁDIVA EN MI VIDA

UNA DÁDIVA EN MI VIDA


Ella tiene sólo 18 meses de edad y desbanca alegría, salud, confianza; y provoca una irresistible ternura en todas las personas que le contemplan las maneras simples, el jeito mono de pronunciar las palabras que lentamente va aprendiendo; la firmeza y determinación de los pasos ya objetivos que, aunque causadores de muchos caídas, nunca dejan de la conducís adónde ella desee ir. Y en esta edad ella siempre cree que puede ir a cualquier lugar. Caminamos juntos, de manos dadas, parando incontables veces para observar y comentar sobre las aves (maritacas) que pasan sobrevolando las casas, el perro que late en el patio más próximo o para hablar de aquel niño que viene viniendo en la dirección contraría.

Yo me esforzó para entender lo que ella pregunta y para responder con la plena convicción de quien sabe todo, finalmente, tengo la impresión de que es así que ella ve este pobre noveno. Antes, sin embargo, de responder cada pregunta, necesito adecuar mi lenguaje a su aún modesto vocabulario, comprenderle las ideas y respetar su línea de raciocinio aún incipiente, que gradualmente va desarrollándose. Sus actitudes fijan la clara impresión de que ella siempre sabe exactamente lo que quiere y nunca duda de la certeza de conseguir sus objetivos. En cada paseo ella estira la mano del noveno y entra en el emporio para aprovisionarse de salegadnos, chocolate y refrigerante; después sale llevando todo en una sacolinha colgada en el brazo. (Dueña Cida conoce bien los hábitos de su freguesa). Ella ya sabe cumplimentar y agradecer, aunque necesite siempre ser acordada de la obligación de hacer uso de esas cortesías. Nunca está indispuesta para una volatina en la plaza, para juguetear en la cama elástica del José (que los niños llaman de pula-pula y ella identifica como “pua-pua”) o para tomar un sorbete allá en el Diño. Conoce los locales y los respectivos servicios prestados y cuando entra en la sorbetera ya tiene previamente definidos el tipo de sorbete y los sabores a ser colocados en la embalaje por el vovô. Y la cobertura ella siempre varía, apuntando varias y decidiéndose por todas. Sabe adónde el padre trabaja y casi siempre quiere pasar por allá para ver y cumplimentó. Si le preguntan dónde está yendo, da la respuesta clara y precisa: “...paseé vovô”. En estas ocasiones ella no es de mucha prosa: dice chau a todos, estira la mano del vovô y apunta el camino a continuación, que ella ya conoce muy bien. Nunca se preocupa con la cansera de las piernas, pues sabe que basta parar en el frente del vovô y levantar los brocinos para él entender la necesidad y asumir la obligación. Siempre demuestra estar cansada en la subida; pero desciende del pego del vovô y sale corriendo así que llega a la plaza y avista el pua-pua del José.

A veces vuelve para casa durmiendo en mis brazos.

La contemplo mientras duerme plácidamente: una centella de vida proyectada del Cosmos a través de adivináis luminiscencias; suave flagrancia de la eternidad... Cuánta belleza y simplicidad emanan de aquel rostinho dulce y tierno! Y cuánta confianza ella deposita en este vovô! Me recuerdo del tiempo en que era su madre que yo cargaba en el pego, con el mismo amor, el mismo cariño. Me veía, en aquella época, creciendo mientras orientaba y amparaba el crecimiento de ella; y agradeciendo a los Cielos por haberla enviado y a ella por haber viniendo. Presentes así, verdaderas dádivas cosmiquitas, son muy caros. Son joyas de inestimable valor ofertadas a la existencia humana para mostrarnos que la belleza de la concepción de la vida podrá siempre ser perfectamente admirada en el semblante de un hijo que duerme. Y fácilmente comprendida al largo de un paseo, de manos dadas, por la plaza...


JOÃO CÂNDIDO DE SILVA NETO